El bailaor catalán protagoniza una gala especial en la ‘Catedral del Cante’ trece años después de alzarse con el Desplante, en una noche donde el flamenco se expresó en su forma más esencial
La Unión vivió una noche de gran intensidad emocional y artística con el regreso de Jesús Carmona al escenario del Festival Internacional del Cante de las Minas. Trece años después de obtener el premio ‘Desplante’, el bailaor volvió a la ‘Catedral del Cante’ convertido en uno de los referentes más reconocidos de la danza flamenca contemporánea, avalado por distinciones como el Premio Nacional de Danza.
El espectáculo, titulado Unidos, fue concebido especialmente para esta ocasión, en una propuesta escénica que conjugó silencio, virtuosismo y profundidad emocional. Carmona inauguró la velada en solitario, marcando el ritmo con sus pies en una danza silenciosa que conquistó al público desde los primeros compases. En palabras del artista, esta actuación representaba “una vuelta a casa” y una oportunidad para mostrar una versión “más madura y con más templanza”.
Acompañado de la bailaora Lucía Campillo —su pareja artística y vital—, el espectáculo fue desarrollando un lenguaje corporal y musical en constante diálogo con la tradición y la contemporaneidad. En un primer taranto, ambos ejecutaron una coreografía precisa y contenida, seguida de un fandango íntimo junto al cantaor Eleazar Cerreduela, donde las luces focalizadas y el espacio escénico sirvieron para subrayar la densidad emocional de la propuesta. Las alegrías dieron paso a una demostración de poderío por parte de Campillo, con el acompañamiento a la guitarra de José Manuel Martínez ‘El Peli’.
El cante tomó protagonismo en la segunda parte de la gala, con la intervención de José Valencia y Juan Requena en un emotivo homenaje a Manuel Vallejo, antes de que las bulerías ampliaran el cuadro escénico con dos guitarras y dos voces. La puesta en escena evolucionó hacia una estética más sobria con el vestuario negro, la incorporación de castañuelas y un martinete donde Carmona volvió a quedar solo en escena. Campillo retomó la escena con una seguiriya, y la noche se cerró con una soleá que culminó el viaje flamenco con intensidad contenida.
El propio artista describió la experiencia como “un regalo de Dios”, destacando la emoción compartida con un público que respondió con una ovación unánime.
Fotos Carmen «Jayam» – Fundación Cante de las Minas
Tras el espectáculo, Jesús Carmona y Pepe Habichuela —receptor del ‘Castillete de Oro’ en la tarde— descubrieron sendas placas con sus nombres en la ‘Avenida del Flamenco’, un gesto simbólico que inscribe sus trayectorias en la historia del certamen y de La Unión.
La jornada concluyó con la tradicional madrugá flamenca en la Pizzería Strómboli, protagonizada por Celia Jiménez al cante, ‘El Peli’ a la guitarra y Marcos Morales al baile, bajo el patrocinio de Suministros Mayor.
