Fallece Moraíto

Jerez presente en seis cuerdas que no volverán a sonar

Texto: Estela Zatania
Fotos: Deflamenco

La noticia te llega como un cubo de agua helada por la mañana calurosa del 10 de agosto.  Pero en lugar de refrescar, te deja los pulmones sin aire, y la mente en una terrible pausa.  La muerte siempre sorprende, incluso cuando, como en este caso, se espera.  Pero a veces sorprende más, como por ejemplo tratándose del hijo de Juan Morao y sobrino de Manuel, con toda seguridad la persona más querida de la amplia población flamenca de Jerez.  Manuel Moreno Junquera hubiera cumplido 55 años el mes que viene.  Se nos van tan jóvenes… 


Moraíto en el Festival de Jerez 2011 en una de sus últimas actuaciones

Con la desaparición de nuestro admirado Moraíto, un importante trozo de Jerez, no sólo del flamenco jerezano, sino de la ciudad de Jerez, queda terriblemente vacío.  Igual que Fernando Terremoto el año pasado, a Manuel todavía le quedaba mucho por aportar.  A nivel puramente humano, Moraíto, o simplemente Morao como últimamente le llamamos, tenía una personalidad atípica para un gran artista del flamenco.  Sencillo, cariñoso y bonachón, con su flamencura natural, sin artisteo.  A este hombre, para muchos el guitarrista más grande de la actualidad, lo veías cualquier día con su gorrito y su cestita, camino del campo para recoger hongos.  No era de los que se trasladan a Madrid, necesitaba estar con su gente y su barrio de Santiago. 

Con este tipo de muerte siempre se habla de la “batalla”, y otros lugares comunes periodísticos.  Esta vez no he tenido valor ni para pedir la reacción de la gente, porque la conozco, y no existen palabras.  En Santiago el silencio es ensordecedor.  Como en Morón el día que murió Diego, o en Utrera cuando se fue Fernanda, o aquí en Jerez cuando Paquera.  Gitanería, uno de los lugares de reunión de los flamencos, cerrado.  Al lado, el local que durante un tiempo fuera la guitarrería de Moraíto, es triste testimonio de un futuro que no pudo ser.  Delante de la pescadería El Zambo, mucha gente reunida, pero en lugar de la ruidosa charla y los expansivos gestos que ves cualquier otro día, hoy hay silencio.  En el bar de Agustín, donde Moraíto tomaba las cervezas de mediodía y se reunía con la gente del barrio, muchos ya desplazados pero que siguen acercándose a Santiago todos los días, un equipo con videocámara documenta el humilde local donde el genio pasaba media vida.  En la casita de en frente con la imagen de una guitarra al lado de la puerta, las paredes encaladas lloran polvo, y en tu cabeza suenan todas las siguiriyas que has escuchado nunca. 


Moraíto con José Mercé


Moraíto con Miguel Funi

Lo vi por última vez hace un par de meses, delante de Gitanería.  Mientras Mateo Soleá, que regenta el local, repartía sopa de tomate, había algo de palmas y cante, como a veces ocurre.  Morao, ya gravemente enfermo, bailó por bulerías, ese baile suyo, y la pícara sonrisa y los hoyuelos de sus mejillas delataban las ganas de vivir.  Esa misma cara con cuatro décadas menos la vi por televisión en 1973 en Casa Pepe de Morón de la Frontera, en uno de los pocos televisores que había en el pueblo en aquella época.  Fue un episodio de Rito y Geografía del Cante, y Moraíto Chico como se le decía entonces, con 16 años, tocaba por siguiriyas a Antonio Malena, cinco años más joven que él.  Esencia pura entre estos dos chavales que apenas sumaban veinte años entre ambos.

El que fuera el guitarrista habitual de José Mercé, nos deja a su hijo Diego, consumado profesional de la guitarra.  También nos quedan las numerosas colaboraciones en disco, y grabaciones en solitario, “Morao y oro” (1992) y “Morao, morao” (1999 y reeditado en 2005).  Entre otros honores, le fue concedida la Copa Jerez de la Cátedra de Flamencología y el Giraldillo a la Maestría de la última Bienal de Flamenco de Sevilla.  Había participado en septiembre del 2010 en la gala de apertura con Miguel Poveda en “Historias de viva voz”, y su último recital tuvo lugar en el Festival Flamenco de Nimes en enero de este año.  Esa misma semana, en la Bienal de Holanda fue estrenado un excelente documental, producción de la organización de dicho evento, “El cante bueno, duele”, en el cual Morao fue la figura central para dejar testimonio de su arte y del ambiente flamenco de su familia y ciudad.

A diario nos dicen que el flamenco no va a acabar nunca.  Seguro que es cierto.  Tan cierto como que no volveremos a escuchar esta brillante guitarra llena de matices expresivas y compás, Jerez presente en las 6 cuerdas y en la persona de Manuel Moreno, “Moraíto” para la historia y para siempre, mi querido amigo.


Moraíto delante del Bar de Santiago


Moraíto recibe la medalla de la ciudad de Nimes (Francia) junto a Diego Carrasco y Tomasito


Moraíto a los 16 años en Rito y Geografía

 

 

 

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