'Colores Distintos' nuevo disco de Vicente Soto Sordera.

El Flamenco, desde su nacimiento, se ha hecho representación simbólica a través de dos colores, el negro y el rojo. El negro viene a sintetizar el dramatismo de algunos de sus palos, sobre todos los fundacionales, la toná, el martinete o la siguiriya. El rojo conjuga la pasión, el ritmo de la sangre, en la soleá, los tangos o las bulerías.

“Colores
Distintos” nuevo disco de Vicente Soto Sordera.

El Flamenco, desde su nacimiento, se ha hecho representación simbólica a través de
dos colores, el negro y el rojo. El negro viene a sintetizar el dramatismo de algunos
de sus palos, sobre todos los fundacionales, la toná, el martinete o la siguiriya. El
rojo conjuga la pasión, el ritmo de la sangre, en la soleá, los tangos o las bulerías.

Así lo acreditan la pintura o la literatura, en las que el rojo y el negro aparecen
siempre desparramados en óleos y acrílicos, en novelas y poemas, emblemas
perpetuos de la música más estremecedoramente bella del mundo. Pero lo cierto es
que en la complejidad sonora del Flamenco también viven y se mezclan otros
colores, toda la gama de colores que existen en un mestizaje que, gracias a Dios,
todavía se renueva en sí mismo y nos sorprende y alienta en cada grabación veraz.

Y ahora nace para ratificar cuanto digo “COLORES DISTINTOS”, el último CD de
Vicente Soto “Sordera”.

En “COLORES DISTINTOS” aparecen y se entrelazan, como en la paleta usada de
un pintor, los cromatismos invisibles de “El Sordera”, cantes que apelan al blanco, al
verde, al morado o al púrpura a través de la garganta de su creador, y que, ya en el
aire, se convierten en una suerte de arco iris que nos deslumbra. Vicente, que tiene
acreditado su talento en numerosos discos que ahora no hacen al caso, nos lleva de
su voz a un lugar ignoto donde viven todos los matices cromáticos e innombrados de
su propio pasado, que se convierte ahora en inmediato futuro.

Las bulerías de esta grabación se hacen rojas en el AUTORRETRATO de
Cervantes; blancas y avalsadas en QUIÉN SOY, donde canta junto a su hija Lely;
verdes en una TRINIÁ volandera extraída de la copla; grises y dolientes en EL AIRE,
dedicadas a Fernandito “Terremoto”, recientemente desaparecido; y purpúreas y
brillantes, refulgentes, en UN CARRO DE LUNARES, ofrecidas a la memoria de su
madre Lela. También se pueden vislumbrar en “COLORES DISTINTOS” la seriedad
enlutada de la seguiriya, el azul ultramar de los tanguillos o el marrón irónico de QUE
SE NOS VA LA PASCUA, soléa por bulerías con letra de Góngora.

Vicente, siempre tan gitano como literario, nos remite en esta ocasión a todos los
colores que, por invisibles, se pueden presentir en una grabación que no hace sino
acrecentar su discografía y poner de manifiesto que sigue siendo uno de los
grandes.


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