Renaud García-Fons. Flamenco Biënnale NL

Renaud García-Fons

Renaud García-Fons

Texto: Silvia Cruz Lapeña
fotos: Ginette Lavell

Renaud García-Fons (artista en residencia). Flamenco Biënnale NL
Beyond the Double Bass
Un documental sobre Renaud García-Fons.

Programa Flamenco Biennale

Renaud, el candidato genial

“Si conociera las palabras adecuadas, sería escritor y no músico”, explica Renaud García-Fons en el documental Beyond de Double Bass y en un ejercicio de coherencia suprema, es prácticamente la única frase que dice. La cinta, de Nicolas Dattilesi, muestra al genio del doble contrabajo visto por su lutier, por músicos y periodistas. Nada de lo que explican sorprende después de haberlo observado en silencio por los pasillos del hotel donde se ha hospedado junto al resto de músicos que han participado en la Bienal de Países Bajos. Siempre pensativo y callado, sólo rompe su silencio para sonreír abierta y tímidamente a todo ser humano con el que se cruza.

En un festival que ha tenido como leitmotiv el cruce de caminos, la elección de Renaud podía ser obvia pero no por eso menos afinada. Renaud es, ante todo y sobre todo, músico. Le importan un rábano las etiquetas, le sobran todas. Lo volvió a demostrar anoche, cuando tras el documental actuó junto al kamanché de Derya Turkan para presentar en Holanda el disco que han grabado juntos, Silk Moon Duet. La habilidad de Renaud es hacer de su instrumento todos los instrumentos; y de su habilidad para la música, cualquier música que haya en el mundo. Y si hay en el documental de Dattilesi un momento que define al artista sin decir palabra es cuando aparece junto a Turkan al aire libre, dispuestos a tocar algo y una gaviota los interrumpe. Se paran los dos, Renaud mira al cielo y luego vuelve al contrabajo para imitar su graznido. “Nadie que no sepa mucho de música sería capaz de decir con los ojos cerrados qué instrumento toca en cada momento”, explica en la película un veterano del contrabajo como es Barre Philips. Y al oír la gaviota de Renaud, lo que se confunden ya no son los instrumentos, sino naturaleza y arte. 

El músico que prima la melodía; que hace una música que es al tiempo “grave y grácil”, según palabras del periodista francés Alex Dutilh; y que trabaja como las mulas, no para seguir tocando como hasta ahora, sino mejor,  es un hombre tímido, con ojos de cachorro grandullón, que sonríe con inocencia y parece tener siempre buen humor. Bromea durante sus actuaciones, pero con gracias breves y sencillas. Parece que lo necesita. Parece que lo arduo de su tarea no fuera suficiente para su capacidad. Sepan o recuerden que le añadió una quinta cuerda al contrabajo. Si van a verlo, es normal que tengan la extraña sensación de que está concentrado, sí, pero también de que mientras toca podría estar planeando otro asunto igual de complejo, quién sabe si tal vez se trate de una partida de ajedrez. 

En esta Bienal, lo van a acabar sacando a hombros, de lo mucho que le gusta al público holandés lo que propone este francés de padres catalanes. Ya no es un desconocido aunque él sigue actuando como si no fuera un virtuoso. Se permite cambiar de estilo, quitarle hierro a lo que hace, volver al inicio, a las bases y tocar lo que le apetece. Por sencillito que sea. 

Suena tan a gloria lo que hace y dicen de él cosas tan importantes gentes que saben mucho, que un día tuve una intuición que anoche se reforzó. Dicen de él que es preciso, perfecto; que tiene unos dedos habilidosos que alcanzan velocidades de vértigo; que tiene el mejor gusto del mundo cuando compone; que prima la melodía y su técnica es impecable; que cuando toca parece que canta, que es capaz de darle voz a la música; que tiene mil modos de apretar las cuerdas y hacerlas sonar como le da la gana; que es un trabajador infatigable, incansable, adicto; y además, como bien dice Dorantes, comprende el flamenco y es capaz de hacer cosas bellísimas entre sus lindes. ¿A quién les recuerda?

Anoche Renaud García-Fons tocó Camino de Sed, tema que compuso para homenajear a Paco de Lucía, convirtiendo el contrabajo en pura guitarra flamenca. El género tiene hoy ‘tocaores’ como la copa de un pino, inmensos, increíbles. Pero creo, intuyo, huelo que no va a ser de la guitarra de donde le salga un heredero a imagen y semejanza al genio de Algeciras. Piénsenlo un rato. ¿No creen que tendría mucho sentido?

 


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