La creatividad de los flamencos en tiempos de confinamiento

La creatividad de los flamencos

La creatividad de los flamencos

Artistas como David Lagos, Melchora Ortega, Rosario Toledo, David Coria, Mercedes de Córdoba, José Quevedo ‘El Bolita’, Sergio de Lope y Javier Rabadán cuentan cómo ha afectado el encierro a su desarrollo artístico.

Advirtió el filósofo y pedagogo, José Antonio Marina, uno de los más prolíficos investigadores en el estudio de la inteligencia y la creatividad artística, que “nada es tan insufrible para el hombre como estar completamente inactivo, sin pasiones, sin ocupaciones, sin diversiones, sin esfuerzo”, que es entonces cuando siente “su insignificancia, su insuficiencia, su debilidad, su vacío”. Y ésa ha sido la sensación que han experimentado muchos artistas flamencos en este confinamiento que, más allá de generarles una obvia preocupación por lo sanitario y una gran incertidumbre por el incierto escenario laboral que se atisba, los ha dejado desconcertados y desvalidos artísticamente hablando.

Así, pese a que estos días se ha repetido el mantra de que los tiempos peores son los más estimulantes para las ideas, lo cierto es que como cuentan a Deflamenco los cantaores David Lagos y Melchora Ortega, el guitarrista José Quevedo ‘Bolita’, los bailaores David Coria, Mercedes de Córdoba, Rosario Toledo y los músicos Sergio de Lope y Javier Rabadán, el efecto de este estado de alarma, al menos en un primer momento, ha sido el del “bloqueo creativo”. Como si el eco del dichoso virus y el obligado encierro les hubiera dejado secuelas en sus manos, en sus pies o en sus gargantas.

El desconcierto, la incertidumbre y el miedo llevó a los artistas a un bloqueo creativo durante las primeras semanas

Por eso, aunque a modo de consuelo hayan abundado estos días los recordatorios de obras de artes gestadas durante pandemias y catástrofes, y se conozca la estrecha relación de lo jondo con la calamidad desde su nacimiento, los artistas confiesan que estas circunstancias “están siendo muy duras en lo personal, en lo profesional y en lo creativo”.

Es verdad que algunos en el inicio agradecieron el inesperado descanso. Coria, por ejemplo, venía de un año agotador, con el estreno de su último trabajo Fandango en París y las clases del Conservatorio Superior de Danza de Madrid, donde se quedó por no poner en peligro a su madre, ya mayor. Mercedes de Córdoba, ídem. El 8 de marzo terminó el maratón del Festival de Jerez donde impartió cursos y estrenó su espectáculo Ser. Ni conmigo ni sin mí y los montajes de Paula Comitre y de Fernando Jiménez, “con lo que estaba agotada y todavía eufórica”.

Mercedes de Córdoba – Festival de Jerez

Igualmente, la bailaora y coreógrafa gaditana, Rosario Toledo, a quien esto le ha pillado en su piso de Triana con su perra Tripa, afirma que al principio le sentó bien el parón porque venía de una temporada intensa, pero “el cuerpo se recupera y enseguida te pide actividad otra vez”, coinciden.

Por tanto, conforme los días pasaban, empezó “la montaña rusa emocional más larga de mi vida”, define Toledo, y todos comentan que ha sido inevitable no sentirse desubicado y no contagiarse del desasosiego generalizado. “Me ha costado mucho volver a situarme”, manifiesta el Bolita, confinado con su familia en su casa de Jerez.

“Esto ha sido la montaña rusa emocional más larga de mi vida”, relata Rosario Toledo

Es decir, la crisis del coronavirus obligó a los artistas a enfrentarse a su propia fragilidad y les ha recordado aquello que Albert Camus planteó en La Peste y que tan clarificador resulta ahora: que, en el fondo, nunca tenemos el control sobre nada y que somos nosotros los que tenemos que aprender a adaptarnos al tiempo y vencer la incertidumbre y el miedo.

El percusionista Javi Rabadán, que tenía una gira trepidante con la banda de Sergio de Lope y se vieron obligados a interrumpirla y anular importantes fechas como la del Lope de Vega de Sevilla, aún recuerda sorprendido cómo ha cambiado todo de un día para otro, “no sabes ni cuándo ni de qué manera vamos a poder a volver a trabajar”, lamenta.

Pregón del Miedo

Como relata Lagos, lo que en un primer momento parecía ser algo temporal se fue prolongando y, en este contexto, “todo se desdibuja porque parece mentira”. Entonces, llega el miedo y te paralizas. El miedo a no pensar, a mover un deo, a preguntar… Miedo a lo que puede pasar y al qué pasará, que cantó en forma de pregón como cierre de su último disco Hodierno y que hoy asusta por lo premonitorio.

De este modo lo describe Toledo: “después de las primeras semanas vinieron oscuridades a visitarme. No veía solución por ninguna parte, no terminaba de creerme lo que pasa, iba a la deriva. Se me juntaba el miedo, los picores, el vértigo, el ruido mental, locura, la soledad…”

Algo similar le sucedió a Mercedes de Córdoba, a quien la tristeza le impedía bailar y le arrebató las ganas de leer, escuchar música o practicar cualquier hobby. “Me sentía mal porque te vienen a la cabeza muchas cosas que pasan en el mundo a las que no le echamos cuenta nunca, como el hambre o la pobreza”.

Pero, como narra el reconocido publicista Luis Bassat en su libro La creatividad “los individuos creativos no temen la ambivalencia, la contradicción y la complejidad, porque éstas les sirven de estímulo”. Quizás porque como sostuvo Einstein “el arte y la ciencia son las dos formas más sublimes de escapar de la realidad que los seres humanos han ideado”.

Aceptación y reacción

En otras palabras, como expone el tocaor y productor jerezano “todo tiene que continuar, el arte y la vida”. Por lo que, una vez aceptado que “nada volverá a ser como antes”, los artistas se niegan a quedarse parados y han optado por probar nuevas posibilidades artísticas y opciones profesionales. De hecho, la mayoría se han ido adaptando a la “nueva normalidad”. “Es curioso porque apagué el botón de la creatividad, pero me he dado cuenta de que en el momento en que lo he encendido sigue ahí activo, con los sentidos aún más abiertos”, explica Mercedes de Córdoba.

En el caso de Coria, ha sido fundamental mantener cierta rutina para que el cuerpo siga activo (clases de yoga, clases de ballet…) y, como hacen otros, “alimentarme de cosas que me nutren y me sirven para desarrollar mi imaginación como vídeos, documentales del Canal Arte, conversaciones con otros artistas y lecturas como Las estéticas del arte contemporáneo”, la última que tiene entre manos.

Clases y Redes Sociales

Ya con otro ánimo, opciones que habían descartado a priori por la frialdad que conlleva, como el impartir clases online, han terminado siendo “la única forma de estar en contacto con quienes te siguen y compartir tu arte”, habla Melchora Ortega que ahora está encantada con la experiencia.

Lo mismo ha ocurrido con las redes sociales. Después de una primera fase de desconexión, casi todos empezaron a usarlas tímidamente hasta que han acabado por convertirse en el canal que les mantiene cerca de sus seguidores y que además les entretiene. Por eso, se han animado a colaborar en festivales solidarios, realizan directos con otros compañeros o incluso desarrollan “una especie de creatividad casera”, en palabras de Toledo, realizando improvisaciones.

Las clases on line y las redes sociales se han convertido en la única forma de compartir con el público su arte

Reaprender y unirse

Aún así, las posibilidades para ensayar en el espacio que queda entre las cuatro paredes tampoco son fáciles.  Algunos como Melchora Ortega y David Lagos o Mercedes de Córdoba se consideran unos “privilegiados” por contar con casas grandes, espacios abiertos y zonas de trabajo.

El estudio, de hecho, ha sido un refugio que algunos han querido aprovechar “para estudiar, ampliar repertorio y grabar composiciones, “que afortunadamente puedes madurar con más calma”, señala el flautista y saxofonista. En este aspecto, apunta Lagos “la rutina cambia poco con respecto a la que solemos hacer cuando no estamos de gira”.

También Rabadán ha retomado trabajos pendientes y ha seguido tocando instrumentos de percusión que tenía abandonados, “menos mal que los vecinos de momento se están portando bien”, dice. Claro que no todos han tenido esa suerte porque David Coria compró una tablita para poder zapatear en su piso con suelo de parqué y los vecinos se quejaron, con lo que “me pongo las zapatillas para bailar algo, aunque no sea específicamente mi disciplina”.

Al fin y al cabo, como Toledo defiende, este período les ha impulsado a reaprender lo aprendido y reconectar con la naturaleza y con su cuerpo, “agudizando los sentidos y redescubriendo sonidos y paisajes”.

Asimismo, paradójicamente, el encierro les ha servido para unirse en la recién creada Unión Flamenca, una iniciativa “necesaria” de la que Bolita es socio fundador y en la que confían todos los entrevistados. “El sector tiembla y es necesario estar juntos para tener más fuerza” comparten.

 
 

Nostalgia del público

Al margen de lo artístico, si en algo coinciden es en que lo que peor llevan es el “desapego” con familiares y amigos, más aún cuando les ha tocado vivir la enfermedad de cerca como a De Córdoba, cuyo hermano, médico internista en Madrid, se contagió del Covid19 y lo pasó realmente mal hasta que lo superó.

Por contra, como positivo, los artistas destacan que la situación les permitido tener más tiempo para estar con los suyos, a quienes muchas veces tienen lejos por las giras y el ritmo frenético. Bolita cuenta que su hijo Jose, que ha empezado a tocar, le ha pillado por banda “y me tiene secuestrado para que le enseñe cosas”.

“Nuestra actividad sólo cobra sentido si hay un escenario y un patio de butacas. Es ahí, en el directo cuando el arte fluye”, explica Sergio de Lope

Eso sí, echan de menos los ensayos con los compañeros, los viajes, los teatros y, cómo no, el público. “Nuestra actividad sólo cobra sentido si hay un escenario y un patio de butacas. Es ahí, en el directo, cuando compartes lo que haces, cuando el arte fluye”, explica de Lope, que asegura que esa magia nunca la podrá sustituir Internet “y menos en el flamenco, un arte para el que esa transmisión es vital”.

En definitiva, el deseo común es el de volver a los escenarios cuanto antes y que “esta historia sea un paréntesis que podamos cerrar pronto y se quede en algo para recordar y contar a nuestros nietos”, dice Lagos. Ojalá.

Melchora Ortega & David Lagos

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