Entrevista con Israel Galván. Bailaor de flamenco. 'Arena'

 

Entrevista
con

ISRAEL GALVÁN

 

“Mi meta es siempre
empezar de cero”

Texto: Manuel Moraga
Fotos: Rafael Manjavacas

Reñido con la rutina, Israel Galván
es una máquina de procesar ideas. Enemigo de
los archivos recurrentes, dirige su energía al
desarrollo de conceptos. La materia prima es el flamenco,
pero su bisturí intelectual disecciona su esencia.
Desciende a los átomos de lo jondo para elaborar
con ellos una personalísima sintaxis. Su personaje
escénico tiene la inexpresividad de Buster Keaton
y la plasticidad de las figuras de Picasso.

Haciendo un paralelismo
con el cine ¿Lo que haces es baile “de
autor”?

A mí me gusta mucho el cine. No intento crear
una clase de baile o una evolución. Yo soy como
soy, como siempre he sido. Son las personas las que
sin darse cuenta le van buscando situaciones a mi baile,
pero yo soy el mismo desde que empecé. En cualquier
caso, como a mí me encanta el cine de autor,
es un elogio ese comentario

Siguiendo con los paralelismos,
la creatividad de Adriá se basa mucho en la deconstrucción
de los platos tradicionales y en establecer puentes
entre conceptos aparentemente opuestos ¿tu trabajo
va por ahí?

Yo creo que se le puede sacar mucho partido a lo jondo,
al baile flamenco. Hay conceptos que no se han usado
y que yo intento buscar para sentirme yo cómodo.
Y sí, me gusta la cirugía: coger la parte
de cuando el bailaor le baila las letras a la voz y
profundizar sobre eso. E igual en el momento del zapateado:
profundizar sobre eso, no hacer un baile tradicional,
que están muy bien. Hago una pequeña cirugía
con lo que son todas las partes de un baile.

“Lo simple
es lo más difícil”

Por ejemplo, en “La
Edad de Oro” no te andas con preámbulos,
sino que vas directamente a atacar el cante o la guitarra.

Es que lo veo directo. Creo que una soleá se
puede hacer perfectamente en un minuto. En un minuto
puedes hacer una soleá que verdaderamente te
llene como si fueran veinte minutos. Uno de los conceptos
que tiene “La Edad de Oro” es ese.

Fabricas sensaciones diferentes.
El público que acude a tus espectáculos
experimenta sensaciones que no son las habituales en
el baile flamenco.

Si, lo noto. La verdad es que no soy muy consciente,
pero es cierto. Lo que sí me gusta crear, cuando
monto los bailes, son distintos climas y cuando finalizo
una cosa cambio directamente a otra. Quizá no
le doy tiempo al público de asimilar un cierre.
Es posible que cuando el espectador está viendo
el siguiente paso está pensando todavía
en el otro que ha visto antes. Pero no soy consciente
de eso. Lo que sí me gusta es tener muchas sensaciones.
Por ejemplo, hay puntos del espectáculo que siempre
se ríen, no malamente (aunque a lo mejor también),
porque el flamenco también es muy ácido,
muy picante. Dentro de una sobriedad veo que tiene que
estar a primer nivel el un toque de esa gracia, de ese
humor irónico del flamenco.

“Tengo la sensación
de que no llego nunca a una meta, ni quiero llegar,
la verdad”

Hablando de sensaciones,
te veo en el escenario como un personaje, aparte de
bailaor. Cuando estás parado, cuando miras al
infinito, cuando pones tus ojos o tus oídos en
el cante, actúas. El personaje dramático
siempre tiene acción, aunque no se mueva.

En las coreografías que tengo hasta ahora los
pasos son meros instrumentos para hacer el baile. Por
muchos pasos bonitos o por mucha complejidad que tengan,
se tiene que estar bailando desde el primer momento
que salgo al escenario. Se tiene que estar bailando
sin bailar, aunque eso es lo que pienso en este momento.
Quizá cambie después. Pero por ahora,
lo que me sale es eso, salir al escenario y estar bailando.
Para mí hay mucho baile sin estar bailando. Hay
incluso más baile que en los pasos.

La gente que te mira con
cierta ingenuidad (no metida de lleno en el flamenco)
te aplaude. Los que te analizamos tu escritura desde
perspectivas diferentes, te aplaudimos. Pero en medio
hay un grueso de público, generalmente metido
en el flamenco, que no sabe qué hacer cuando
te ve.

Sí. Esos públicos existen. Hay a quienes
les gusta profundizar o tienen esa necesidad. También
están quienes les gusta el flamenco, pero van
con una mente limpia, con una conciencia limpia, no
viciados. A estos, como en el cine, se les muestra una
serie de imágenes que luego juzgarán si
les parecen bien o mal. Y también está
esa otra parte del medio. Dentro del flamenco hay mucho
vicio. Bueno, hay de todos los vicios, pero me refiero
en este caso a un encasillamiento, una inercia a repetir
estructuras, de tal forma que romper moldes por un lado
o por otro puede molestar.

“Antes de meterme
en el estudio con las botas tengo que tener claro qué
no quiero hacer”

Lo que para unos es una
meta ¿para ti es un punto de partida?

Yo tengo la sensación de partir siempre de cero.
Cuando termino una cosa en la que he aprendido y sufrido
muchos cambios dentro de mi cuerpo (cambios técnicos,
no de evolución), tengo la sensación de
que no llego nunca a una meta, ni quiero llegar, la
verdad. Me gusta esa idea de empezar de cero porque
me da libertad y es como si me limpiara. Aunque veo
muy bien el baile como se hacía hace treinta
años, lo que no me gusta es la sensación
de tener esa meta, de saber que no podría seguir
haciendo otras cosas; no me gusta saber lo que personal
y artísticamente va a ser mi carrera o lo que
voy a disfrutar bailando. Me asfixiaría tener
una meta o un destino pronosticado. Mi meta es siempre
empezar de cero.

¿Cómo construyes?
¿Tienes una idea primaria que desarrollas buscando
los elementos necesarios o vas trabajando elementos
hasta que llegas a una idea… o se junta un poco
de todo? ¿Cómo es tu mecanismo creativo?

Muchas veces haces una cosa y después te encuentras
con otra, pero antes de ponerme las botas sí
suelo tener un punto de referencia, aunque luego puede
salir algo totalmente diferente. Tampoco me gusta la
idea de “yo sé lo que voy a hacer”,
sino que lo que intento tener claro es lo que no quiero
hacer. Antes de meterme en el estudio con las botas
tengo que tener claro qué no quiero hacer.

¿Qué maestros
te han influido más? No me refiero al Aprendizaje
De pasos o de técnicas, sino en meterte en el
cuerpo tu filosofía, tu norte.

Cuando más feliz he estado bailando es cuando
me he encontrado yo, aunque en realidad no sé
si me he encontrado. Pero mi padre me enseñó
y después, de los maestros con los que he pasado
y que seguramente me han marcado, con Mario Maya y Manuel
Soler he pasado más tiempo y seguro que algo
se me ha quedado.

“Quizá
se baile mejor sin ser consciente”

¿En qué momento
artístico te encuentras?

El año pasado hemos trabajado en dos espectáculos
y ahora se trata de reflexionar sobre ello y trabajarlos.
Creo que este momento es necesario, el momento de no
hacer nada: sólo bailar lo que uno ha hecho,
aunque siempre está aceptando la información
que va viniendo. Pero ahora mismo no me encuentro en
una situación forzada de crear algo. Me encuentro
bien, en una madurez que espero que vaya a más…
aunque quizá se baile mejor sin ser consciente.

¿Qué horizonte
tienes?

Trabajar con las ideas que me van viniendo y disfrutarlas.
No quiero ser el artista que está continuamente
dando la vuelta al mundo en un avión metido.
Con salir de vez en cuando y bailar tengo bastante.
Con tres funciones al mes voy bien. Y lo que no quiero
es que el baile me aburra, que siempre esté con
el espíritu fuerte y contento, que me sienta
vivo en mi creación.

¿Tus obras siguen
vivas?

Siempre van cambiando. Hasta una que hice hace mucho
tiempo, “Los zapatos rojos”, quiero retomarla
un poco, al igual que “La metamorfosis”.
Los años van pasando y pienso que los espectáculos
se entienden después. Los haces y cuando pasan
diez años dices ¡ostras, esto no era así,
sino de esta forma! Si me aceptan interpretar coreografías
ya hechas, pero con una nueva toma, lo haré.
Las obras necesitan tiempo muerto.

“Las obras necesitan
tiempo muerto”

¿Qué encontramos
en “Arena”?

Es un espectáculo de baile musicalmente muy rico.
Hay seis bailes y cada uno tiene un apartado musical
diferente. Lo veo todo muy flamenco y muy jondo. Hay
mucho trabajo ahí. Gustará o no, pero
se nota que hay mucho trabajo. Está centrado
en la tauromaquia, pero no se ve a un bailaor ser torero,
sino que es un punto de vista más profundo. Lo
he hecho porque pensaba que había un concepto
dentro del toro y del baile que no se había tocado
o que se había tocado superficialmente siempre
con la filosofía torerista, mientras que yo he
cogido la torista. Este espectáculo tiene muchos
detales y conceptos del mundo de los toros, que es increíble.
Es un universo muy complejo. Se dan cuenta quienes son
muy aficionados al toro. Es un trabajo de fusión
entre el baile, la música y el toro.

Se te nota un profundo respeto
al cante y a la guitarra…

Y con el tiempo, cada vez más. Con el tiempo
te das más cuenta de cosas que no te dabas antes.
Creo que lo simple es lo más difícil y
con un cantaor y una guitarra se pueden hacer una infinidad
de cosas y llegar más lejos que con más
elementos. Estudiando y buscando la forma de llevarlo
a cabo de cambiar el concepto de los espectáculos,
se pueden crear unas sensaciones que quizá no
te permitan otros espectáculos de grandes presupuestos.

 

Más información:

XIII
Festival Flamenco Caja Madrid. 2005. Carmen Linares
– Israel Galván

XIII
Bienal de Flamenco de Sevilla. 'Arena' -Seis coreografías
de Israel Galván para el mundo de los toros-

 

 



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