Entrevista a Javier Barón. Premio Nacional de Danza.

Entrevista: Estela Zatania

UN CLÁSICO VANGUARDISTA

Francisco Javier Álvarez, alcalareño del ’63, Javier Barón, flamante Premio Nacional de Danza.  Lo vi bailar por primera vez hace 22 años, e incluso entonces, a sus 24 años, se le notaba un dominio y una elegancia que parecía una original destilación de la severa tensión de las grandes figuras anteriores y el controlado minimalismo de los contemporáneos, todo aderezado con precisión técnica, personalidad propia y exquisito buen gusto.  Extraordinario conjunto de atributos en uno tan joven, incluso con una carrera empezada precozmente, habiendo recibido su primera enseñanza del maestro moronense Pepe Ríos a los siete años.  A los doce años entra en la compañía de Luisillo, mención especial en el Concurso de Córdoba a los catorce, primer premio del programa Gente Joven a los diecisiete, el II Giraldillo del Baile en el V Bienal de Sevilla y una larga lista de honores y actuaciones exitosas conforman el mapa profesional de un bailaor caracterizado por su gran entereza y seriedad, en un mundo flamenco mediático y politizado. Javier Barón está a punto de presentar su espectáculo Dos voces para un baile en el Teatro de Madrid durante cuatro días consecutivos, una gran responsabilidad, pero también una importante oportunidad.

Javier Barón presenta en el Teatro de Madrid “Dos voces para un baile”. Del 30 de abril al 3 de mayo.

Javier, nos alegró muchísimo el año pasado la concesión del Premio Nacional de Danza.  ¿Qué significa para ti?
Pues todo un merecido reconocimiento a toda una trayectoria y vida dedicada al baile.
Es el premio más importante que se te puede otorgar dentro del mundo de la danza en general.

¿En qué medida lo sientes como un reconocimiento del pasado, o una responsabilidad hacia el futuro?
Las dos, por lo hecho y por lo queda por hacer todavía. Todo lo que he hecho conlleva un riesgo y una responsabilidad. Siempre partiendo del respeto y el valor hacia el público.

¿Se nota la crisis económica en la programación de actuaciones o festivales?
La verdad es que sí.  La oferta está más limitada y los presupuestos se han recortado de forma ostensible.  Esperemos que esto cambie, por el bien de la cultura y del flamenco.

Parece que el público madrileño es insaciable en cuanto al flamenco, últimamente la capital recibe obra tras obra, y las butacas siguen llenándose.  ¿Cómo se explica esto?
Porque el poder de transmisión del flamenco está muy por encima de otras músicas y vertientes culturales. Es una satisfacción que haya un público fiel al flamenco en cualquier lugar del mundo, no sólo en Madrid.

“El poder de transmisión del flamenco está muy por encima de otras músicas y vertientes culturales”.

¿Qué aportas con Dos voces para un baile?
Una forma de sentir el flamenco partiendo de las voces de los cantaores, la música de las guitarras y el compás de unas palmas. Todo esto se va trasformado hacia el baile, y a través de las voces – que son para mí los pilares de este espectáculo- voy construyendo un amplio abanico de bailes que tocan numerosos palos flamencos. Es una mirada hacia atrás, recordando todo lo aprendido desde mis inicios hasta el momento actual gracias a mis grandes maestros. Le doy las gracias a todos ellos por haberme aportado tantas cosas.

¿Qué “dos voces” van a ser, y porqué las has escogido?
En este espectáculo me acompañan las voces de José Valencia y Miguel Ortega. Dos grandes cantaores que saben expresar en el escenario lo que yo busco.

¿Aproximadamente cuántos palos serán interpretados?
Más de una veintena. La dirección musical ha corrido a cargo de Faustino Núñez, un gran musicólogo y una gran persona.

Son cuatro días seguidos, cuatro funciones…¿te preocupa la asistencia?
Como artista, uno siempre quiere que el teatro esté lleno y que el público disfrute con tu trabajo. Cuanto más público, más calor percibes. Eso es importante.

Actualmente, las mujeres dominan los carteles de las compañías más taquilleras. 
La verdad es que sí, pero hay también hombres que están ahí dando fuerte.

¿Piensas que el público no especializado prefiere una bailaora a un bailaor?  ¿Es simplemente una moda pasajera? 
Sobre los gustos no hay nada escrito. Pienso que estamos en igualdad de condiciones. El público escoge lo que más le guste. Como en muchos aspectos de la vida, hay momentos de boom. Pero después cambia.

“Donde estoy mas a gusto es encima de un escenario, sea donde sea”.

¿Crees que hay menos separación entre el baile de hombre y el de mujer comparado con hace veinte, treinta o más años? 
Ahora la mujer la veo que zapatea tanto o más que el hombre y con una gran fuerza, y mucho movimiento de la danza contemporánea, y no sé por qué. Los hombres nos vamos a tener que poner a bracear más. Antes, había más colocación, más elegancia y buenos pies. Y en la mujer había más braceos, más movimientos de trajes y batas de cola, y se utilizaban más los palillos y menos pies.

¿Existe una “escuela sevillana” del baile masculino?  ¿Dirías que la serenidad y aplomo de tu baile corresponde a tal escuela?
Aquí ha habido y hay grandes maestros y maestras de una gran escuela sevillana muy personal. Mi serenidad y el aplomo te lo da los años bailando y, por supuesto, por todo lo aprendido y lo que me queda por aprender.

Has bailado mucho en pareja, pero es algo que ya casi no se ve.  ¿Todavía tiene relevancia para ti el baile de pareja, o te entiendes mejor en solitario?
Yo he tenido la suerte de poder bailar con muchas grandes compañeras, y alguna vez que otra he bailado con un compañero. Siempre me ha gustado mucho poder bailar en pareja. Lo de solitario o en pareja depende del momento y del espectáculo que tengas en la cabeza. Bailar en pareja no es nada fácil. Me ha aportado mucha experiencia y sabiduría. Cada una de ellas te aporta diferentes sensaciones por su forma de bailar tan personal, y de cada una de ellas he aprendido una cosa u otra.

Por tu edad y generación, estás a caballo entre lo clásico y lo vanguardista, ¿artísticamente, cómo te defines o te identificas?
Un clásico vanguardista.

¿Dónde te quieren más, en tu país, o en el extranjero?  ¿Y dónde bailas más a gusto?
Tu país es tu país, pero no tengo que negar que en otros países te tratan y te aprecian de una manera genial. Donde estoy mas a gusto es encima de un escenario, sea donde sea.

“Hay que tener paciencia y ser un poco humilde”.

¿Hay nociones o ideas para otra obra, o prefieres profundizar con Dos voces para un baile?
Siempre uno está pensando y anotando cosas nuevas, porque esto es así. Es un constante de pensar cosas por hacer, luego viene lo de siempre- lo económico- para poder realizar tus ideas y llevarlas a la realidad. También lo que uno piensa después de haber realizado o estrenado una nueva obra, es que no termine en un estreno, sino que se pueda realizar más representaciones y mover esta obra más veces porque esto es un gran esfuerzo y trabajo realizado durante mucho tiempo. ‘Dos voces para un baile’ está funcionando muy bien. Me encuentro muy feliz y satisfecho con lo que estamos haciendo.

Has dado talleres y clases.  ¿Qué consejos sueles dar a los jóvenes bailaores?
Que hay que tener paciencia y ser un poco humilde. Que las cosas cuando se trabajan llegan, pero que todo tiene un aprendizaje.

Se dice que a los niños prodigios les cuesta más de adulto… Han pasado más de 20 años desde aquel Giraldillo sonado….lo tuyo es un éxito largo y prolongado ¿cómo lo llevas, sigues ilusionado?
Ahora soy feliz,  y más por todos los éxitos obtenidos anteriormente y, sobre todo,  el año pasado por mi Premio Nacional de Danza y por el premio de la crítica especializada ‘Flamenco Hoy’ 2008 al mejor bailaor del año. Son nuevas vitaminas para seguir haciendo cosas y para seguir bailando. Esto me da más ilusión para seguir haciendo lo que hago, que es lo más grande para mí, mi vida.  

 

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