XXXIX Caracolá lebrijana – Lebrija

 
XXXIX
Caracolá Lebrijana

Sábado, 17 de julio,
2003 en el Campo de Deportes del Convento de San Francisco,

Lebrija (Sevilla)

Cante: Miguel Funi, Manuel de Paula,
Pepe Montaraz, Inés Bacán, Esperanza Fernández,
Arcángel.
Guitarra: Carbonero de Jerez, Antonio Moya,
Miguel Ángel Cortés, Antonio Malena.
Baile: Concha Vargas, cante: María
Peña, Jesús de la Frasquita

Si el Potaje de Utrera de este año ha sido
una extravagancia hollybudesca, calidad artística aparte,
la trigésimo novena edición de la Caracolá
Lebrijana ha pecado de un cartel excesivamente localista…y
si no, pregunta a las multitudes que este año se han
quedado en casa. Y no había partido.

A la hora establecida para el comienzo, no se había
llenado ni la mitad de los asientos en el amplio campo deportivo
del Convento de San Francisco que normalmente es un bullicio
de actividad que casi rivaliza la Fiesta de la Bulería
de Jerez. La grandísima mayoría de los asistentes
procedían del pueblo, nada de extrañar debido
a la orgía chauvinista que se ofrecía a continuación.
Son consideraciones ajenas a los artistas en sí, pero
detalles importantes en este cuarto año del segundo
milenio cuando se buscan nuevas fórmulas para evitar
la desaparición de los festivales de cante flamenco.

A ver quién nos puede explicar
por qué los festivales han de crecer indefinidamente
para convertirse en aparatosos monstruos

Manuel de Paula
Arcángel

El primer lebrijano de la noche era el poco conocido José
Sánchez Ruiz “Pepe Montaraz” en cuyo nombre
existe una importante peña flamenca de la localidad.
Con su voz agradablemente gruesa, típica de la quinta
de la época de los festivales a la que pertenece, mostró
su gran afición cantando por caracoles, tientos tangos
con estilos de Triana, malagueñas del Canario, del
Mellizo y de la Trini, soleá de Triana y fandangos,
acompañado a la guitarra por el Carbonero de Jerez.

Para prologar la actuación de la lebrijana Inés
Bacán, el presentador Manuel Curado tuvo palabras emotivas
para su desaparecido hermano Pedro cuya ausencia parece estar
llorando la señora con cada nota que emite. Cruda e
hiriente por soleá y siguiriyas, corta de técnica,
pero larga de sentimiento. Bulerías al compás
de Lebrija para cerrar, y en cada momento la espléndida
guitarra de Antonio Moya, el más importante discípulo
de Pedro Bacán, apoyando y mimando.

Manuel Valencia Carrasco, “Manuel de Paula” es
otro cantaor de Lebrija poco conocido por la afición.
Su estrella brilló brevemente en la década de
los setenta cuando grabó un disco con tintes contemporáneos,
como mandaba la época, para caer posteriormente en
el olvido. Con la guitarra de su primo Antonio Malena, cantó
por soleá, taranto, fandangos, sin luz ni sonido debido
a un masivo cortocircuito, por bulerías con detalles
puramente lebrijanos y el aire a romance típico de
este pueblo.

Esperanza Fernández es
una obra todavía sin terminar,
pero con cada actuación convence más y se desenvuelve
mejor.

Esperanza Fernández se presentó como la primera
figura no local de la noche, pero sus fuertes vínculos
con Lebrija a través de los Peñas, y la colaboración
artística con su primo, el pianista Dorantes, hicieron
que fuera recibida como hija de Lebrija. Tuvo momentos geniales
desmintiendo su confesión de sentirse “un poco
nerviosa por ser la primera vez en la Caracolá en solitario”.
Esperanza es una obra todavía sin terminar, pero con
cada actuación convence más y se desenvuelve
mejor. La guitarra del granadino Miguel Ángel Cortés
le acompañó por alegrías, incluyendo
algunos estilos del Pinini, en ‘la’, posición
en desuso en las últimas décadas. Por soleá
y luego por siguiriya con afinación alternativa. Esta
práctica llamada “scordatura”, tan de moda
entre la nueva generación de guitarristas, consiste
en afinar las cuerdas de manera diferente a la habitual, en
este caso concreto dando lugar a una resonancia agradablemente
grave que prestaba dimensión y color, sin salir de
carácter. Bulerías con pataíta para terminar
la intervención y poner de pie a todos los presentes.

Inés Bacán &
Antono Moya
Concha Vargas

Este año el onubense Arcángel ha pasado definitivamente
de joven promesa a figura consolidada y consagrada. Su calendario
está completito, el caché elevado y los seguidores
en constante aumento. Con el respaldo musical de Miguel Ángel
Cortés, empleó su dulce y fascinante voz para
interpretar alegrías con las de Córdoba incluidas
y tangos con versos más típicos de tientos,
perfectamente adaptados. Por siguiriyas encontró un
decir menos dulzón para lucir sus amplios conocimientos,
sin levantar el vello del respetable. Como siempre ocurre
con este joven, su mejor momento fue por fandangos de Huelva,
con todo el sabor de la tierra y plenas facultades para la
tarea.

Después
del descanso, Miguel Peña Vargas “El Funi”.
El admirado festero que conserva el look juvenil, una línea
elegante para bailar y el pañuelo blanco por el cuello,
deleitó a su pueblo con una serie de cantes, más
notablemente el romance cultivado por la familia de los Peña,
y su legendario pellizco personal por bulerías.

La agresiva flamenquería de la bailaora Concha Vargas,
también de Lebrija, por romance con el toque de Antonio
Moya, y el fresco pero sabio cante de los hermanos María
Peña y Jesús de la Frasquita de Utrera redondeó
y completó la noche.

A ver quién nos puede explicar por qué los
festivales han de crecer indefinidamente para convertirse
en aparatosos monstruos con ánimo de rivalizar la presentación
de los Oscars. A ver si no se puede ir presentando artistas
más variados, jóvenes y mayores, conocidos sin
ser megaestrellas, a ver si se buscan lugares con más
solera y a ver si no nos estropean los festivales de una vez
por todas.

Texto y Fotos: Estela
Zatania

Más información:

XXXVIII Caracolá
lebrijana – Lebrija




 

 



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