XXII Festival del Minero de Puertollano. Chano Lobato, Cancanilla de Marbella, Arcángel, Gema Jiménez

 
XXII
Festival del Minero de Puertollano

Viernes, 2 de diciembre, 2006.
Puertollano

Texto: Elvira López Hidalgo

Al borde de la Sierra Morena, como antesala de Córdoba
y vigilada en silencio por el “Monumento al Minero”,
que recuerda su pasado, la ciudad de Puertollano, mezcla forzosa
de culturas en busca del jornal, celebró el día
2 de Diciembre su XXII “Festival del Minero”.

Chano Lobato, guitarra Antonio Carrión. Cancanilla
de Marbella, guitarra El Mami. Arcángel, guitarra Miguel
A. Cortés. Gema Jiménez, guitarra Antonio Carrión.

Con este cartel la Peña Fosforito, organizadora del
Festival, acertó como siempre, buscando el equilibrio
entre “los incunables” como Chano Lobato, “los
herederos directos” del patrimonio más jondo,
como Cancanilla de Marbella, la “juventud consagrada”
como Arcángel y “la confianza en el futuro”
como es el caso de Gema Jiménez, reciente ganadora
en la unión.


Cancanilla de Marbella, El Mami

Abrió el Festival la “Lámpara Minera”
(como es tradición) Gema Jiménez. Con bonita
y potente voz. Con la inseguridad aún de sus 19 años
cantó granaína y media granaína, caracoles,
taranta, seguiriyas y finalizó por fandangos. El público,
con el oído acostumbrado a los cantes mineros, añoró
que no se extendiese más por levante.

Arcángel, personalísimo. Sin abusar de su bonita
media voz, peleó para decir el cante con su voz natural.
Se le agradeció que incluyese en su repertorio estilos
“que ya no se llevan”. Abrió con una caña,
malagueñas con remate de abandolaos que inició
con rondeña, alegrías donde incluyó una
de Córdoba y, como era de esperar, por Huelva.

Chano Lobato nada más salir, ya tenía con él
el cariño y la admiración del público.
Entra en el escenario despacito, con aparente fragilidad,
se sienta en la silla y asistimos a una transformación
incomprensible. Empieza por tangos, alegrías, y una
no comprende la energía de sus manos y sus pies llevando
el compás. Bulerías donde metió hasta
el bolero ‘Quizás’ de Osvaldo Farres. Tanguillos
de las Viejas Ricas y finalizó por rumbas con su irrepetible
pataita y dos bises coreados por las palmas del público.

Cerró Cancanilla y supo a poco. Soleares, seguiriyas,
tientos-tangos y bulerías, reclamadas por el público
desde que salió. Era la primera vez que Cancanilla
cantaba en Puertollano y no defraudó. Después
del torbellino Chano, el teatro silenció para escuchar,
al que posiblemente sea, en estos momentos, el cantaor más
completo. Forjado en los tablaos madrileños, se ha
codeado y le ha dejado poso desde Caracol, en los Canasteros,
hasta la larga nómina de grandes cantaores que han
pasado por Torres Bermejas. Corta fue su actuación
y después de las bulerías el público
seguía sentado esperando más, pero Cancanilla,
conocedor del baile y dominador del compás, se guardó
parte de su arte.

 



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