Baile: Melinda Sala, Manuel Gutiérrez. Guitarra:
Antonio Moya, Frasco Santiago, Titi, Antonio Cortés.
Voz: Juan de la Alpujarra, Blas Deleria, Perico Santiago,
Luis de la Carrasca, Cristo Cortés, Aurora. Cajón:
Enrike Santiago. En colaboración con la asociación
Pepe Linares.
Debido a varios motivos sociopolíticos existe
una arraigada cultura española gitana y flamenca por
la costa sur de Francia, especialmente entre las localidades
de Marsella y Nimes, una zona que podría calificarse
como la única comarca flamenca fuera del territorio
español. En otros países como Japón o
Estados Unidos hay una afición numerosa y de buen nivel,
pero no son comarcas propiamente dicho porque carecen del
entorno familiar donde el arte es transmitido de padres a
hijos. Entonces no es de extrañar que de esta zona
salgan figuras de cante, baile y guitarra como es el caso
del grupo de artistas que actuaron anoche en una presentación
titulada “Reflejo flamenco”.
Antonio Moya en el camerino con Frasco Santiago
– Foto Estela Zatania
Y es un nombre acertado porque entre la decena de cantaores
y cantantes, guitarristas y bailaores hemos visto perfectamente
reflejado todo el panorama del flamenco actual. Alejándose
bastante de la imagen de los Gypsy Kings que solemos relacionar
con el flamenco en Francia, las interpretaciones abarcaban
desde el más rancio cante a palo seco hasta las más
contemporáneas canciones aflamencadas, sin complejitos
ni disculpas, cada componente encontrando su trozo del pastel
flamenco y despachándolo con energía y credibilidad
para el deleite del público. Buena lección para
la radicalmente dividida afición española que
hoy en día ha creado un ambiente de animosidad y desconfianza:
“talibanes”, “fusioneros”, “puristas”
o “naineros”, en España el flamenco va
de etiquetas y es un tipo de elitismo destructivo.
“El flamenco está
con nosotros, no tenemos que ir a buscarlo a ningún
sitio”
Antonio Moya que la noche anterior acompañó
a José la Negreta, esta noche repetía con el
grupo francés. Destacable también, el guitarrista
marsellés Frasco Santiago, sobrado de técnica
e inspiración, e igual que muchos jóvenes tocaores
españoles, es posible que se haya dejado llevar por
un exceso de jazzismo. Pero de pronto me pregunto: ¿cómo
se cuantifica ese supuesto exceso?…no vaya a ser que me
digan “talibana”. Y por una vez la respuesta llega
con una cristalina claridad: un solo de guitarra admite casi
todo lo que dé la mente del músico, pero a la
hora de acompañar cante, la misión del tocaor
es de respaldarlo sin entorpecer la labor de quién
lo realice. Pero esto no ha disuadido el numeroso público
en el Teatro Odéon de dar palmas para la siguiriya
de otro marsellés, Blas Delería, cual concierto
de rock.
Si el gusto francés en la guitarra tiende hacia lo
vanguardista, el baile que hemos visto ha reflejado una estética
más bien tradicional con lunares, flores y aceleraciones
que provocaban el entusiasmado aplauso de los presentes. Los
cantaores del grupo son admirables, cada uno con personalidad
propia, destacándose por su energía y compás
el joven Cristo Cortés y Luis de la Carrasca, el más
veterano, que nos brindó una caña interpretada
con cariño y conocimientos.
Con la excepción de Antonio Moya que vive en Utrera
desde hace muchos años, es poco probable que los demás
nombres lleguen a sonar en España a pesar de la capacidad
de los artistas. Todos afirman sentir el rechazo del aficionado
español a la vez que se sienten autosuficientes con
el ambiente que han creado y que siguen cultivando sin miramientos.
Como dijo uno del grupo: “el flamenco está con
nosotros, no tenemos que ir a buscarlo a ningún sitio”.
