XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA . PURO – Farruquito

XV BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA

“Puro” – Farruquito
Programa de mano (PDF)
12 de septiembre, 2008. 2200h. Auditorio Rocío Jurado

ESPECIAL BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA 2008

Texto: Estela Zatania

Sevilla tembló anoche con el regreso al escenario peninsular del mediático Juan Manuel Fernández Montoya, “Farruquito”.  Hace sólo unos años el amplio Auditorio “Rocío Jurado” se hubiera llenado hasta la bandera y hubiera habido gente en la calle buscando entradas a cualquier precio.  Cosas que pasan.  Ahora el rey del baile flamenco es príncipe aspirante, ya no es un crío, sino un hombre de 26 años, nadie le está regalando nada, tiene que luchar para defender su admirable visión del flamenco y de hecho, casi la mitad del aforo quedaba vacío.

Desde el estreno mundial de “Puro” al que tuve la suerte de asistir el pasado 24 de julio en Palma de Mallorca, ha habido algunos cambios.  El baile portentoso y racial de Farruquito es una constante conocida por todo aficionado, y a estas alturas casi no merece comentario.  La plantilla ha sufrido sensibles cambios que no afectan demasiado el resultado (una cantaora en lugar de otra, el teclista es otro…), porque la verdadera protagonista de “Puro” es la producción.  Un extravagante montaje digno de un concierto de rock, con tres pantallas gigantes que proyectan un excelente audiovisual, luces de diseño y abundantes nubes de humo que no falten.  Esto no es el show del Pinto con Pastora.  El segundo protagonista es Farruquito, que con la fuerza de su personalidad ha logrado mantener su centro y su entereza artística en medio de tanto jaleo, y por supuesto, su galáctico baile. 

Fotos: © Archivo Bienal de Flamenco, Luis Castilla

A este bailaor le gusta improvisar, es como mejor nos revela su arte.  No le van las meticulosamente perfeccionadas coreografías de las que dependen la gran mayoría de las figuras actuales.  No todo el mundo puede arriesgarse de esta manera en los escenarios más importantes del mundo, pero Farruquito se lo puede permitir, no sólo porque le sobran formación y vivencias para hacerlo, sino también porque el conjunto de siete cantaores siete, todos experimentados en cantar para baile, es una garantía excepcional.  Antonio Zúñiga, Pedro el Granaíno, María Vizárraga, Rubio de Pruna, La Tana, Encarnita Anillo y José Amador; cualquiera no baila con semejante respaldo, además de Román Vicenti, Antonio Rey y Juan Requena a la guitarra y Manuel Molina para poetizar, narrar y deleitar con su particular personalidad.

Algunos aficionados fruncen la nariz al saber que el bailaor ha incorporado teclado y violín, en esta ocasión, Pablo Rubén Maldonado y Bernardo Parrilla respectivamente, que parecería contradecir el mismo título de la obra.  En general, la “pureza” ha tenido una pésima prensa últimamente, y el concepto se ha deformado.  Quieras o no, la pureza en el flamenco existe, lo que no está claro es cómo se debería de definir.  Para la que escribe, es la honesta y esencial expresión de los sentimientos plasmados a compás y dentro de los parámetros más generales de cada palo flamenco.  En este apartado el joven bailaor no flaquea un ápice.


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