XLII Reunión de Cante Jondo 2010.

Texto y fotos: Estela Zatania

Marina Heredia, José Menese, Diego Clavel, José Mercé, Antonio El Pipa

 

XLII Reunión de Cante Jondo
Sábado, 10 de julio, 2010. 2300h
La Puebla de Cazalla, Hacienda La Fuenlonguilla


Texto y fotos: Estela Zatania

SIEMPRE NOS QUEDA LA PUEBLA

Cante: Marina Heredia, José Menese, Diego Clavel, José Mercé. Guitarra: José Quevedo, Antonio Carrión, Moraíto. Baile: Antonio el Pipa y su grupo.

Una noche cálida, y una brisa que quería ser viento arrastraba el romero esparcido por el suelo del hermoso patio de la hacienda La Fuenlonguilla donde nos habíamos reunido, casi como el que va a misa, para presenciar el rito llamado Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla.  “Rito” porque se respeta rigurosamente la fórmula histórica de la época de los festivales, y año tras año el patio con aforo de 1500 sigue llenándose de feligreses, y los organizadores siguen negándose a hacer las concesiones que han hecho otros eventos similares para llenar asientos.

Y hablando de los asientos, este año había el detalle de cojines en las sillas de madera donde se acomodaba el entendido público que acude a este festival precisamente por lo susodicho: la dignidad, seriedad, rigor y afición reflejados en todo momento.  A las once en punto, la cuadragésimo segunda Reunión de Cante Jondo dio comienzo.  El presentador, el compañero Alberto García Reyes, destaca que del primer cartel del 3 de septiembre de 1967, sólo queda un artista, y que esta noche está presente: José Menese.

Diego Clavel & Antonio Carrión
Marina Heredia

Los siempre presentes farolillos se sacuden con la brisa para recibir a Antonio Carrión que abre con un solo de guitarra por soleá, poderoso y absolutamente tradicional, sin armonía contemporánea apenas, a la vez que fresco y personal.

Es costumbre en La Puebla abrir con un joven promesa del cante, pero la granadina Marina Heredia, aunque se haya prodigado quizás algo menos por esta zona, es cantaora consolidada, admirada por los aficionados.  Radiantemente guapa, vestida de blanco, cantó unas alegrías más acancionadas que tradicionales, con un coro de dos voces femeninas.  ¡Ay, qué le vamos a hacer con los coros tan ubicuos actualmente!  Decididamente embellecen tanto como trivializan – quizás no fuera acertado incluirlos en este preciso momento y lugar.  Por soleá Marina interpretó algunos estilos de apolá, y el resultado final fue magnífico, en gran parte gracias a la labor del guitarrista José Quevedo “Bolita”. 

Por malagueña Marina Heredia encontró una voz dulce y matizada, e iba personalizando y estilizando en cada giro con exquisito gusto, luego rematando con el fandango de Frasquito.  “Un poquito por mi tierra” no pudo ser otra cosa que tangos.  La cantaora recuperó algunos cantes de Camarón, el que puso la moda de los tangos lentos en los años setenta, columpiándose constantemente entre contemporáneo y aflamencado, un estilo que refleja su juventud y el gusto actual.  Bulerías para terminar y despedirse.

Un homenaje a la memoria del profesor y político alicantino, José Antonio Martínez Bernicola tomó la forma de un cante por siguiriya en voz de José Menese con versos de Miguel Hernández.  A continuación el hijo flamenco predilecto de La Puebla, con Antonio Carrión a la guitarra, cantó por taranto, soleá y siguiriyas luchando con su voz rota y mermada, lo cual aportaba el calor que quizás le haya faltado en los años del Olimpia de París y otros notables triunfos de su juventud.  Carrión arranca sentidos aplausos con sus falsetas.

José Menese & Antonio Carrión
José Mercé & Moraíto

Igual que en Utrera la semana pasada, el apartado del baile fue a cargo de Antonio el Pipa y su grupo.  La siguiriya rematada por cabales, el niño que quiere llegar a prodigio pero no, la tremenda soleá que se convierte siempre en paso a dos entre el Pipa y su tía Juana que le canta y medio baila con él, y fin de fiesta.  Pero esta noche, los cuerpos celestes se habían alineado de otra manera y hubo magia.  Antonio y Juana, Juana y Antonio lograron encontrar esa extraordinaria química que les une, dejando al emocionado público en pie, jaleando y aplaudiendo.  Con sólo siete personas en total, el grupo del Pipa ha hecho más que algunas compañías grandes con obras fastuosas y conceptos elevados.  El elemento de la improvisación, algo que Antonio el Pipa sabe valorar y manejar mejor que la mayoría, puede dar lugar a actuaciones mediocres o peor, pero cuando la cosa se cuaja, se presentan momentos sublimes.

Después del descanso, sólo de guitarra de Carrión por bulerías con muchos guiños para el pueblo vecino de Morón de la Frontera con falsetas de Diego del Gastor, tocadas con pulsación actual.  García Reyes entonces presentó a Diego Clavel destacando su intenso trabajo de investigación y recuperación que le hizo merecedor unos días atrás del premio de la Cátedra de Flamencología de Jerez.  El familiar gesto de quitarse el reloj antes de cantar, y Clavel nos regala su remodelado concepto de la caña, sus emotivos tientos, su soleá apolá con detalles originales y siguiriya con el obligatorio y barroco remate de Manuel Molina que identificamos con este cantaor.  La profesionalidad y el cariño con los que aborda todo lo que hace Diego Clavel, le han ganado el respeto de su pueblo y de la afición.

La guinda de la noche fue el jerezano José Mercé con su guitarrista Moraíto Chico, Morao, Moraíto o como quieras llamarle, el de los pelos y el pulgar mortífero, guardián del aire jerezano y de una forma de tocar que poco tiene que ver con la moda o la fusión.  Entona Mercé por malagueñas, “En el mundo envidiable”, y el sabor nos empapa al instante.  Es el don de este cantaor, siempre pone el punto preciso, matiza su hermosa voz para cada cante de una manera específica y no defrauda.  Dedica la soleá a Menese a quien le da las gracias por haberle ayudado en sus comienzos.  Alegrías y bulerías, nada de su repertorio pop, y cada cante, cada nota es una clase magistral.

Para la ronda de tonás salen Clavel, Menese, Marina y Mercé, aunque éste no quiso cantar al final.  Cuando le toca a Menese, el cantaor se detiene a medio cantar y comenta que este había sido “el festival más redondo de muchísimo tiempo”.  Dejaremos que esas palabras del maestro morisco sean el acertado colofón de esta crónica.


Juana la del Pipa & Antonio el Pipa


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