Rafael Riqueni, besos a media voz

Rafael Riqueni

Rafael Riqueni

Texto: José Manuel Gómez Gufi

Fotos & Video: Rafael Manjavacas

Rafael Riqueni guitarra
Paco Roldán, guitarra
I Festival Flamenco de Club del Café Berlín

 

“España tiene muchos centros culturales” decía el añorado periodista danés Ebbe Traberg mientras te invitaba a uno de sus preferidos, un bar de la plaza del 2 de mayo en su barrio de Madrid, Malasaña. Traberg amaba el jazz y el ciclismo. Vivió la invasión nazi en su tierra y la liberación del bebop por parte de Dizzy Gillespie y Chano Pozo que le cambiaron la vida en la gira de 1947. Una vez le vi en el flamenco, iba de guía de unos compatriotas que querían saber más de ese tipo llamado Camarón.

A Traberg le hubiera encantado estar la noche del sábado en el café Berlín, amaba los clubes de jazz y tomarse una copa y charlar con los amigos y esa manera en que se imponen los silencios en los bares y en las plazas de toros. Traberg entendía que eso es CULTURA.

¿Rafael Riqueni en un club? ¿un sábado a las 11 de la noche? Ya saben que los españoles tenemos fama de ruidosos y que el mejor aliado de la música es el silencio. En el caso de Riqueni su aliado es el respeto. 

 

 

Rafael Riqueni. Un hombre y una guitarra. Su último disco “Parque de Maria Luisa” está dedicado a sus recuerdos de la infancia en Sevilla y mientras de sus dedos brotan las fuentes y los peces de colores puedes seguir el concierto desde la barra sin interferencias. Me parece un milagro. El silencio en el flamenco es distinto que en el jazz, diferente de ese silencio de la música clásica (siempre trufado de toses). En el flamenco hay silencios estruendosos exagerados por los oles con GPS de los exhibicionistas, distintos de los oles de ánimo de un compañero que van marcando el camino. Los “oles” buenos de verdad, son los que salen del alma y esos siempre se entonan a media voz, como los besos. Riqueni se llevo unos cuantos de esos.

Había anunciado que iba a interpretar esas composiciones del disco y que luego ya se metería en flamenco. A Rafael le vimos en Pamplona con grupo en el Baluarte y en el balcón del chupinazo con el sol de mediodía… y su música no pierde su esencia, la belleza. Y en esas se le rompió una uña. Un accidente laboral leve que sirvió para pedir otra ronda y felicitarnos de estar ahí.

 

RIQUENI Y SU CIRCUNSTANCIA

Imposible pensar en Rafael Riqueni sin pensar en su circunstancia, una carrera lastrada por sus problemas de salud (un trastorno bipolar felizmente superado por un tratamiento eficaz) que le condujeron a la cárcel por una desgraciada acumulación de incidentes. Me cuentan que tenía permiso para tocar. No es difícil imaginar el efecto balsámico de su música encerrada entre los muros de una prisión.

Reparada la uña y de vuelta a la escena cumplió con la promesa: soleá, rondeña y bulerías con el acompañamiento de Paco Roldán. Rafael cuenta que su música tiene mucha influencia de la clásica, pero eso no es suficiente para explicar el sonido y la belleza de sus interpretaciones que se nos aparecen envueltas en un clima de inocencia que transporta a un mundo paralelo como si le hubiera limpiado esas composiciones de cualquier mancha y/o mala experiencia.

Algunos pensarán que el flamenco no es así, se equivocan. Así es el flamenco de Riqueni en un club en el primer fin de semana del festival del Berlín que comenzó el día anterior con Duquende. Próxima parada: Jerez.

 

Galeria fotográfica:


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