Mercedes Ruiz 'Dibujos en el aire' con Santiago Lara y David Palomar

“DIBUJOS EN EL AIRE”

MERCEDES RUIZ

TEATRO ALCÁZAR 30-7-08

 

“Flamencus interruptus”

Texto: Pablo San Nicasio

Dibujos en el Aire” es la propuesta que la bailaora jerezana Mercedes Ruiz, junto a su marido, el guitarrista también jerezano Santiago Lara y su grupo, expone en Madrid desde el 22 de julio y hasta el 3 de agosto en el teatro Alcázar. Los “Veranos de la Villa” tienen en este espectáculo uno de los más duraderos en cartelería de todo el ciclo estival, por lo que es una buena oportunidad para ver sin problemas de agenda a esta singular, premiada y prometedora pareja de artistas flamencos.

Hablamos de un montaje basado en seis números de duración parecida y escueta, el total apenas llega a una hora, donde se pueden ver, además del protagonismo de un baile flamenco muy tradicional, unas importantes dosis de cante y guitarra. Siempre bajo las premisas de la juventud de los intérpretes y la ortodoxia en las formas.

Los “Dibujos” de Mercedes Ruiz tratan de abarcar estilos variados en una presentación próxima a la estética del tablao. Destacan su zapateado inicial, a compás de la vicentera guitarra de Santiago Lara y su manejo del mantón en los números festeros posteriores.
Del citado Santiago Lara  es la música que recorre toda la coreografía, sobresaliendo su acertado papel tocaor por tangos y alegrías, así como el bonito diálogo con el segundo guitarrista, Javier Ibáñez, en la introducción de la siguiriya final.

Todo con mucho cante, el de los jóvenes “Londro”, David Palomar o Jesús Méndez, unidos por un concepto parecido, donde la valentía en los cantes de fragua marca otro tanto a favor del grupo.

Echamos en falta, sin embargo, algún nexo de unión o hilo argumental que haga mantener la atención constante. Algo que se acentúa por los cortes que hay entre número y número. Sin pararse la música en exceso, sí se pasa bruscamente de un momento cenital de baile a un solo prolongado de la percusión o la guitarra, sin aparente criterio.
Por tanto cada parte de la coreografía en sí tiene momentos buenos, pero nunca lo suficientemente duraderos o subrayados como para que todo el talento de los protagonistas eche el vuelo el tiempo que debiera y las butacas se calienten.

Espectáculo que cierra con un “bis” por fiesta que, a pesar de oler a Jerez, no se sale un ápice de la medida, casi inglesa, de todos los números. La improvisación se tiene que sentir y esta vez el telón baja casi de memoria al final. A compás del cierre por bulerías que baila el grupo.


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