Luis el Zambo en los Lunes de Revolver. Curro Jerez guitarra.

Luis El Zambo
Guitarra: Curro de Jerez.

Sala Revólver, Madrid. 24 de enero, 2005.

Si Jerez de la Frontera es “la ciudad del flamenco”, Santiago es su zona más fecunda en cuanto a cantaores se refiere, y dos maestros actuales, veteranos ambos en su mejor momento artístico, han pasado por la capital española en menos de siete días. No han sido recitales sonados en escenarios grandiosos, pero difícilmente se podía pedir mejor cante. El martes 18 de enero la Sala Juglar se llenó hasta la bandera de buenos aficionados ansiosos de gozar con la voz personalísima de Fernando de la Morena con el acompañamiento de Curro de Jerez, y Deflamenco ha estado presente para dar fe del acontecimiento. Seis días después Luis Fernández Soto “El Zambo” ofreció el recital que a continuación se reseña…

 

Texto : Norman Paul Kliman
Foto: Rafael Manjavacas

Sigue la Sala Revólver con su renovada iniciativa flamenca todos los lunes en la c/ Silva 6, semiesquina con la Gran Vía. En esta ocasión, aires y soniquete jerezanos con el arte campechano de Luis El Zambo, quizás uno de los cantaores más accesibles, no por el fondo sino la forma, pues causa enorme placer sentir lo que este hombre transmite, desde el quejido de su temple hasta ese “¡Bien!” con que remata alguna bulería. Tiene un eco antiguo y un repertorio de cantes clásicos que ejecuta con el cuerpo entero. La suya es una voz cálida no exenta de negrura pero quizás con más alegría que pena. Su forma de quejarse tal vez pueda describirse como una rabia optimista.

La sala se llenó de un público mayoritariamente joven, y al poco tiempo salió Luis con el tocaor Curro de Jerez. Empezó cantando bulerías por soleá, diciéndonos dos cantes de La Moreno, una bulería larga con valentía e innovación y una impresionante soleá de cierre de Joaquín el de La Paula que pellizcó a todos. Pasó enseguida a unos aires más reposados, como son la granaína de preparación y la malagueña de Enrique El Mellizo, cantadas con dulzura y concentración. Siguió despacito con dos cantes levantinos en los cuales se acordó de Juan Mojama y Manuel Torre. Para finalizar la primera parte cantó unas bulerías, y las gotitas de sudor en la frente y el lenguaje corporal indicaban que se sentía mucho más relajado.

Después de un corto descanso, salió cantando martinetes con fundamento y ecos añejos, metiendo más voz y unos tonos más altos y muy originales. En seguida Curro pulsó las cuerdas y empezó el llanto de la siguiriya. Fue con mucho lo mejor de la actuación y Luis hizo tres cantes realmente buenos. Me dio la sensación de que éstos fueron los cantes que le pedían el cuerpo pues los hizo con una soltura y un enfoque no superados en toda la noche. Hizo la siguiriya corta de Manuel Torre con unos tonos estremecedores en los últimos tercios, dando paso al siguiente cante, de Francisco La Perla con arrebato chocolatero. Terminó con ecos de la casa en la forma de uno de los cantes de Curro Durse con los aires jerezanos de la siguiriya de El Nitri. Nada más que con estos tres cantes quedó demostrado su capacidad de cantar con fundamento, frescura y vitalidad.

Después anunció que iba a cantar unos fandangos y levantó la vista para echar una mirada hacia la entrada del local. Se le veía hasta los iris de los ojos y una mirada algo tensa. Curro le acompañó con un toque de mucho aire y sabor. Es un tocaor muy pendiente del cante en todo momento y acompaña con gran respeto y amplio vocabulario. Llegó el final, y con él, las bulerías que todos esperábamos. En ese momento subió al escenario dos palmeros con los abrigos puestos todavía y Luis comentó que “su gente” había llegado en el último tren. Nada más arrancar los cuatro, todos nos dimos cuenta que esto ya era otra cosa, y el cante de Luis parecía transformado por la gracia y buen hacer de estos dos jóvenes. Quizás acabasen de llegar y Luis les echara en falta unos cantes atrás, pues cantó con otro gusto. Sea como fuere, entre los cuatro emergieron unas bulerías gloriosas a las que insuflaron vida propia, ya de sangre caliente y pupila dilatada. Al finalizar, el público le pidió que siguiera, y acabó con más bulerías también cantadas con mucho ángel.

 
 


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