KAHLO CALÓ. Estreno mundial. Teatro Villamarta. Amador Rojas, Rafael Estevez…

“Kahlo caló”
Estreno mundial.

Estreno mundial. Viernes, 11 de enero, 2100h.
Teatro Villamarta, Jerez

Texto: Estela Zatania

ENCHILADAS DE PAELLA

Baile: Amador Rojas, Antonio “El Choro”, Ana Morales, Eduardo Guerrero, María Moreno, Christian Lozano, Encarnación López. Actor: Alejandro Peña. Músicos: Eugenio Iglesias, Paco Iglesias, Agustin Diassera, Ángel Morillas, Alejandro Cruz.  Cante: Roberto Chamorro “El Roto”, Inma “La Carbonera”. Cantante: Lalah Domínguez. Guión: Pepa Caballero. Arreglos: Fidel Cordero, Jesús Bola, Agutín Diassera. Dirección artística: Rafael Estevez.

La oscura personalidad y dolorida existencia de la pintora mexicana Frida Kahlo, figura de culto y símbolo de mujer independiente, es el foco de esta obra biográfica cuyo estreno mundial ha tenido lugar coincidiendo con el centenario del nacimiento de la artista en 1907.

Es una idea intrigante, empezando por el ingenioso juego de palabras del título, “Kahlo caló”, que parece indicar un vínculo con el flamenco.  Y el atrevimiento de representar a una mujer coja, no sólo a través del baile, sino en la persona de un hombre, es arriesgado cuando menos.  Amador Rojas resuelve este complicado papel con la mayor solvencia; desde que Pastora Galván nos dejó exhaustos en “La francesa”, no hemos visto semejante triunfo individual.  Con su espléndida interpretación y excelente baile, Rojas puede hacer carrera a partir de ahora con sólo esta obra.  Impresionante.  Destacable también, la coreografía de Rafael Estévez con sus habituales referencias de Israel Galván, sobretodo en los movimientos de manos y hombros.  Hoy por hoy es el bailaor que mejor ha traducido la estética Galván a un nivel práctico.


Amador Rojas      Frida Kahlo

La obra en sí es bastante gráfica, y relativamente fácil de seguir, incluso sin haber leído el programa de mano que señala trece escenas, acompañadas por los monólogos del actor Alejandro Peña para explicar detalles puntuales, a veces citando palabras de la pintora.  Como teatro, no sólo es un trabajo absolutamente admirable y original, sino que el resultado es entretenido a pesar de las casi dos horas de duración, y un intermedio que rompe el hilo brutalmente.  Un bello audiovisual da vida al cuadro “La columna rota” de Kahlo donde Rojas, filmado, acompaña el baile en directo del grupo.  

Absolutamente admirable, original, entretenido…

Visualmente, poca luz y color, que es lo que más caracteriza a México, y hubiera servido de contraste para la atormentada personalidad de Frida.  Pero más que eso, he echado de menos el flamenco.  Por encima de todo “Kahlo caló” es una obra de teatro que emplea elementos de danza…entre los cuales se encuentra algún elemento de flamenco.  No se trata de imponer una definición personal, sino que es una observación fría e imparcial de los hechos.  Rancheras, rumbas, baladas hispanas, “La Sandunga”, “I’ll never be the same”, “La llorona”, etc., plasman el ambiente tan acertadamente que las pinceladas de alegrías, fandangos, bulerías, siguiriyas o farruca rompen el feeling y parecen destinadas a justificar el título de la obra, y cómo no, la subvención de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco.   

Todos sabemos que el flamenco está excesivamente politizado actualmente, y como si de un monstruo de ciencia ficción se tratara, somos incapaces de parar, redefinir o siquiera ralentizar un proceso que no hace más que crecer exponencialmente.  La administración cumple eficaz, ciega e implacablemente, sin aplicar criterio propio, la voluntad de un público que en su día tenía las mejores intenciones: realzar y apoyar el flamenco en todas sus manifestaciones.  Pero lo que suena a un programa para ayudar a artistas u obras discretas que a lo mejor tienen poca salida comercial, se traduce en la financiación de espectáculos cada vez más extravagantes, rebuscadas y costosas, de alta calidad en su realización, todo sea dicho, pero con escaso contenido flamenco.  Es comprensible en parte.  No vamos a estar repartiendo euros a cualquier desempleado que se autodeclara “artista flamenco”.  Nada más fácil entonces, que respaldar estas obras de tan obvia calidad, que quedan bien en cualquier lugar y con cualquier público.  

 


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