Javier Barón. 'Flamenco y punto'. Fundación El Monte – Sevilla

 
JAVIER
BARÓN
“Flamenco y punto”
Jueves, 18 de noviembre,
2004. 2100h. Centro Cultural El Monte, Sevilla.

Baile: Javier Barón, Pilar Ogalla. Cante: Rafael de Utrera, David
Palomar. Guitarra: Javier Patino, Ricardo Mora. Percusión:
Manuel Muñoz “El Pájaro”

Texto: Estela Zatania

En la última Bienal de Flamenco de Sevilla, con
más de cien espectáculos diferentes y una marcada
preferencia por los artistas de la provincia, era complicado
topar con cualquier flamenco sevillano que no estuviera implicado
en el festival de alguna manera. Pero el nombre de Javier Barón
brillaba por su ausencia, especialmente en vista de que su creación
“Dime” recibió el Giraldillo a la mejor obra
de la Bienal anterior.

Ignoramos el motivo de tan imperdonable omisión, pero
la noche de jueves, 18 de noviembre, 2004, en la sala Joaquín
Turina del Centro Cultural El Monte de Sevilla, el artista
dejó claro que sigue siendo uno de los bailaores más
importantes del panorama actual. A lo mejor la clave está
en el título “Flamenco y punto” que podría
interpretarse como una protesta contra la sobredosis de obras
rebuscadas e indigestas que caracterizó la última
Bienal indicando que el que llegara con su flamenco al desnudo
y la mano en el corazón tenía pocas posibilidades
de incorporarse al megafestival.

A lo largo de su carrera Javier Barón siempre ha mostrado
la más absoluta integridad artística con un
baile discreto y elegante destilado a su esencia más
sincera y flamenca. Un baile maduro sin rastro de estancamiento,
inteligente sin motivos curiosos, un baile compacto, recogido
y varonil que abarca generaciones incorporando detalles de
Vicente Escudero o Güito con la misma soltura que evoca
la época actual de Canales, Galván o Andrés
Marín. Dignidad en una época en la que escasea
dicha cualidad. Barón es un animal flamenco en vías
de extinción, respetuoso de las raíces a la
vez que proyecta una inconfundible personalidad propia. Sus
presentaciones se caracterizan por un minimalismo que nunca
cae en la frialdad o el aburrimiento, logrando conmover con
detalles minúsculos.

Un baile maduro sin rastro de
estancamiento, inteligente sin motivos curiosos

Aparte de Javier, una bailaora, dos cantaores, dos guitarras
y un percusionista…¿quién necesita más?
Un solo de guitarra compartido entre los dos guitarristas
sirve de introducción y nos conduce sin costura al
primer baile, tientos tangos, o más bien tangos tangos,
porque los cantaores no cantan tientos sino clásicos
versos de tangos a una velocidad de miel en invierno dando
nueva dimensión a la palabra “lento” y
recordando los años setenta cuando cantaores como el
Turronero, Juan Villar o Pansequito grabaron tangos “en
ralentí”.

Un solo de cante, siguiriyas nada menos, le queda un poco
grande a David Palomar con su eco camaronero, y seguidamente
el cajón anuncia las alegrías de Javier arropadas
por Rafael de Utrera con cantes de su tierra de Pinini. Pilar
Ogalla interpreta taranto y la señora es competente
pero luce más coreografía que inspiración.
Otro solo de cante, esta vez fandangos naturales de Rafael
de Utrera, y empieza la soleá de Barón a un
ritmo lento quitando coherencia y vitalidad al cante. El compás
se acelera y entramos en soleá por bulería con
unos minutos del primitivo “compás de Lebrija”
que se lleva mucho últimamente.

En el fresco y original fin de fiesta Rafael de Utrera canta
la clásica canción “Señorita”
de su paisano Enrique Montoya, David Palomar demuestra que
es un festero de armas tomar, los guitarristas están
‘sembraos’ y volvemos a casa con un excelente
sabor de boca de este “flamenco y punto”.

 

Foto: Rafael Manjavacas

 

 



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