Javier Barón. 'Dos voces para un sueño' Jueves Flamencos. Fundación El Monte

 
Jueves
Flamencos de la Fundación El Monte

Ballet Flamenco de Javier Barón
“Dos voces para un baile”

Miércoles, 29 de noviembre, 2006. Sala Joaquín
Turina, Sevilla.

Texto: Rubén Gutiérrez

HABEMUS FLAMENCO

Baile y dirección artística:
Javier Barón; Cante: Guadiana y Miguel Ortega; Guitarra:
Alfredo Lagos y Javier Patino; Palmas: Carlos Grilo y Luis
Cantarote; Dirección musical: Faustino Núñez.

Camisas y pantalón negro, guitarras, palmas
y cante… Son los ingredientes necesarios para degustar
una buena noche flamenca. Una vuelta a las raíces,
igual que el viaje de regreso que ha efectuado el bailaor
Javier Barón, que tras una larga etapa en Madrid ha
decidido establecerse nuevamente en Sevilla.

Ahora que nos encontramos en la sociedad de la información
y comunicación, de las nuevas tecnologías, de
la globalización, o como ustedes deseen llamar, y más
aún después de todo lo que hemos visto en la
pasada edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla,
“Dos voces para un baile” sorprende por contener
únicamente flamenco. Cual cápsula del tiempo,
Javier Barón ha destapado un tarro de esencias añejas
que celosamente ha estado guardando.

Nuestra
cuentas nos asustan, veintitrés estilos flamencos en
un espectáculo de poco más de sesenta minutos.
Eso sólo se consigue con sabiduría y conocimiento,
y esas virtudes son las cualidades que atesoran todo el elenco
artístico que integra este Ballet Flamenco. La atenta
mirada de Faustino Núñez, musicólogo
antes que flamencólogo, y el olfato musical de Alfredo
Lagos, el tacto del compás de una pareja de jerezanos,
el oído de dos cantaores, uno veterano, y el otro como
si lo fuera, y el gusto de Javier Barón se han conjuntado
para ofrecernos un espectáculo de flamenco.

Javier Barón ha destapado
un tarro de esencias añejas que celosamente ha estado
guardando

Cinco sentidos que justifican un trabajo bien hecho, pues
todos pusieron toda la carne en el asador, para ir despiezando
ritmos binarios, ternarios, composiciones libres, cadencia
andaluza, tonos mayores y menores, y por lo que respecta al
baile, puntas, tacones, brazos, escorzos. Desde los tratados
del maestro Otero, pasando por los de Rafael Marín,
o la antología de Perico el del Lunar, el que suscribe
nunca había disfrutado de tanto buen flamenco junto.

Caña, mirabrás, fandangos de Lucena, martinete,
farruca, jaleos, tanguillos, rondeñas, nanas, cantiñas
de Pinini, más los típicos estilos que hoy en
día se interpretan, se conjugan unos tras otros perfectamente
con el traje de pana que luce el bailaor. Todo es rancio,
pero muy fresco. Sólo alguien considerado enciclopédico
es capaz de realizar una producción así.

El espectáculo tuvo lugar un miércoles, y eso
que el ciclo se llama Jueves Flamencos del Monte, pero los
economistas y abogados parecían no querer entender
de arte y desterraron el recital al miércoles mientras
que ellos se fusionaban con otra caja de ahorros sevillana
el jueves en que supuestamente iba a ser programado. Menos
mal que la ausencia de ánimo de lucro les obliga a
desarrollar una obra social, y lavan de esta manera sus manos,
porque han despreciado al mejor espectáculo flamenco
que durante mucho tiempo pisará la escena de la calle
Laraña.

 



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