FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES Alfredo Lagos / Alicia Gil

Resumen: FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES Alfredo Lagos / Alicia Gil

FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES

Alfredo Lagos, Alicia Gil
Miércoles, 21 de enero, 2009. 2000h. Odéon, Nimes (Francia)

Todas las reseñas del Festival de Nimes 2009

1º Parte. Alfredo Lagos, guitarra. José Carrasco, percusión. Lúa, Carlos Grilo, palmas.
2ª Parte. Alicia Gil, cante. Lito Espinosa, guitarra.

Text: Estela Zatania
Photos: Copyright Jean-Louis DUZERT

Otro día con empaque en el Festival de Nimes.  Este festival siempre ha tenido vocación de dar oportunidades, de avalar, de abrir puertas a los artistas noveles o aquellos simplemente pasados por alto en un mercado intensamente poblado de aspirantes al triunfo.  El acogedor café cantante Odéon ha sido el entorno perfecto para saborear las delicias flamencas de un guitarrista y una cantaora, ninguno de los dos noveles, tampoco consagrados.

Alfredo Lagos, jerezano guitarrista de treinta y muchos, bien conocido por la afición en su faceta de acompañante de cante y baile, una función que desempeña con la más absoluta profesionalidad, conocimientos y buen paladar.  Todo esto, y una sensibilidad musical apoyada por capacidad técnica.  Entonces, no es demasiado sorprendente verlo en el papel de solista, aunque se haya prodigado poco como tal. 

Al modo de Paco de Lucía, abre con una rondeña.  Antes de la época del algecireño, la costumbre era de empezar los recitales de guitarra flamenca con granaína o malagueña, pero la belleza de la exótica armonía, y la afinación transportada de la rondeña, hace que esta forma quede perfecta para abrir oídos y mentes.  Es una rondeña clásica, pero original y fresca en su concepto, bellísima, posiblemente lo mejor del recital.  Lagos busca la resonancia del instrumento con una pulsación segura y flamenca.

A continuación, un largo prólogo lírico desemboca en una soleá que delata tropecientas horas de acompañamiento a los mejores cantaores y bailaores de la actual generación.  Sólo los que no han pasado por ese aprendizaje en el atrás niegan su importancia, o incluso defienden lo indefendible diciendo que es perjudicial. 

Siguiriya: grave, solemne, flamenca, madura.  Breves cadenas de notas prometen el alivio de una dulzura que rápidamente es contradicha por la implacable escala flamenca.  José Carrasco a la percusión se incorpora para unas sabrosas alegrías en postura de Mi, luego, unos tangos contemporáneos, y como buen jerezano que es, Lagos termina por bulerías con las palmas a juego de Luis Cantarote y Carlos Grilo.

Después de un largo intermedio con animadas conversaciones entre sorbitos de Pernod, vin rouge o bière, la gente vuelve a acomodarse para el recital de cante de Alicia Gil.  Con 34 años, la sevillana no se puede describir como joven promesa, pero sí es una señora subvalorada en estos tiempos flamencos precarios cuando el simple hecho de cultivar un repertorio clásico es merecedor de atención.  Confieso que esperaba la típica cantaora “made in academia” que ahora salen de Sevilla como rosquillas.  Voces dulces y técnicamente pulidas que tienen la curiosa capacidad de convertir hasta el cante más rancio en canción lírica, y que acaparan premios por doquier.  No.  La ruta artística de Alicia Gil ha seguido un camino diferente.  Me consta que no se ha criado en un ambiente flamenco, y ha tenido que aprender a base de grabaciones.  Pero ha sabido elegir bien esas grabaciones, y luego disimular el hecho de haber aprendido de esta manera.  Grata sorpresa entonces, cuando Alicia abre por tonás con un decir convincentemente flamenco, y una voz en pleno proceso de aflamencarse.  Algo de nervios y prisas, y un inconfundible eco canastero que no acaba de favorecer estos cantes, todo se perdona porque detrás, sientes su gran afición y el sincero deseo de transmitir.

Tientos tangos con guiños excelentes hacia Pastora Pavón, y cante minero a su manera.  Bamberas anunciadas por la cantaora como “cante de ida y vuelta” provoca murmullos entre los entendidos, pero el final por guajiras justifica la etiqueta.  Soleá acompañada ‘por medio’ sigue la obligatoria ruta de Alcalá, Utrera y Lebrija, y alguna soleá por bulería se cuela.  Alegrías de canción con estilos clásicos intercalados se ajustan a la moda actual de montar temitas seudo acantiñados, y en la bulería final el excelente sabor de unos estilos cortos queda a la sombra de una sobredosis de cuplé.  Son pequeños detalles que se corrigen con la experiencia y no restan méritos a esta interesante cantaora.

Todas las reseñas del Festival de Nimes 2009

 


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