Asunción Demartos – Bailaora

Asunción Demartos - Bailaora

Asunción Demartos - Bailaora

Texto: Sara Arguijo

Martes, 17 de febrero. Teatro Lope de Vega

Baile, coreografías, textos, dirección y producción: Asunción Demartos. Guitarra: Ramón Amador. Cante: Inma la Carbonera, Amparo Lagares. Piano: Sergio Monroy. Flauta, saxo y armónica: Diego Villegas. Percusión: Israel Katumba. Música original: Sergio Monroy, Ramón Amador, Diego Villegas, Israel Katumba. Diseño de luces: Pedro Serrano. Vestuario: Aurora Gaviño. Audiovisuales: Jesús Armesto

 

Perdonable juventud

Mostrar los claroscuros del flamenco. El Back Stage del alma de quienes hacen de este arte su vida. Las contradicciones y las dudas a las que somete a sus intérpretes. Éste era el punto de partida de ‘Bailaora’, el espectáculo que Asunción Demartos estrenó este martes en el Teatro Lope de Vega de Sevilla.

Es decir, la intención de la sevillana era valiente. Nadie dijo que fuera fácil tratar de exponerse invitando al público a compartir el espacio más íntimo del artista. El que narra lo que sucede antes o después de estar sobre las tablas o incluso entre los intervalos. Lo que ocurre es que se sabe que per se la naturalidad no funciona en el teatro y procurar convocarla desde lo dramático resulta casi siempre ficticio.

En otras palabras, Demartos desprendía respeto al oficio, profesionalidad e ideas. La rondeña ejecutada en zapatillas de ballet y acurrucada por la voz dulce y rajada de Amparo Lagares, la fuerza del martinete inicial, la búsqueda de la musicalidad… Y, además, escondía ambición e inteligencia. Sin embargo, a esta ‘Bailaora’ le faltó luz, ritmo, brillo, reflexión. Que el destape nos permitiera no sólo ver la piel de la artista sino también sentir crujir el hueso. Por eso, sentimos que sobraron los elementos escénicos –proyección, voz en off, vestuario…- y que nos faltó la verdadera pelea con el baile.

Demartos supo rodearse de un atrás intachable que regaló algunos momentos de enorme preciosismo musical donde destacó la sensibilidad y el pellizco del piano de Sergio Monroy y la flamencura y compás de la armónica y el saxo de Diego Villegas. En definitiva, una propuesta digna y solvente que no hace sino cometer los pecados de la juventud. Y estos, al fin, son siempre compresibles y perdonables. 

 


Salir de la versión móvil