LA VERDAD DE JOSÉ DEMARÍA.

He aquí un nuevo trabajo de José de María, 'De Verdad', y, como mandan los cánones, por derecho. Volcando con todo esplendor su vocación pasional por la música flamenca, nos ofrece a golpes de sensibilidad un puñado de partituras que expresa y firma con la verdad de su propio estilo, de su personal manera de sacar hacia fuera una armonía que sabe gestar y amasar en su particular tahona.

 


José Demaría – De Verdad. Sevillanas y Fandangos [GPD-2005]

Hace ahora ocho años irrumpía en el panorama del disco
con un trabajo ilusionado al que tituló «Almendras Amargas».
En él expresaba, a modo de homenaje póstumo, los temas de
su maestro y amigo Manuel Pareja Obregón. Pero no fue más
que el sensitivo vehículo que extendió, aún más
si cabe, la fuerte personalidad musical del polifacético maestro
sevillano. El cantor de sus cosas, de sus temas, de sus ricas y variadas
formas expresivas, salpicadas con algún que otro apunto de propia
cosecha. Aquello quedó atrás, aunque perdure en los tiempos
como perduran las buenas escuelas.

Hoy, desde la más pura reflexión, José de María
nos ofrece un cambio de tercio, en un ramillete de melodías bien
diferenciadas que definen los adentros de una madurez artística
que necesita contar su propia historia. Por eso nace «De Verdad»,
que no es otra cosa que la verdad escueta del músico-hombre y que,
como algo fisiológico, quiere mostrarse desde lo más íntimo
de su percepción flamenca.

Romancea la copla para contarnos, en relajados tercios de sevillanas,
los ecos históricos de Rosalía la de Triana para, después,
plantarse con cruz de guía ante El Silencio de Sevilla… Para
amar y ser amado al tiempo le pide tiempo y, queriendo llanear por los
andévalos lejanos, busca los modos de las estrechas «Cabaeras»
y rondar en el sugerente lenguaje de las Bíblicas. En un encuentro
claro con sus propias sensaciones, pide por Dios perdón en un gesto
de humildad existencial, para ser todo amor y esclavo del «Sentío»,
como quien espera el negro y apocalíptico nubarrón de los
cuchillos de la aurora.

Porque forma parte de su propia vida no podía dejar atrás
los tonos melodiosos y sensitivos del fandango que corre por sus venas.
Y bebiendo de tan enorme pentagrama arrregla en los trinos de su garganta
los acordes más aterciopelados para cantar a su compadre y contar
al mundo qué es lo que pasa entre el Tinto y el Odiel concluyendo
la mágica narrativa con esas cosillas que él sólo
piensa.

Onofre López.

 

 

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