¡VAMOS A LA FERIA!

Estela Zatania

Un paseíto por las ferias de Utrera y de Morón, 2001

 La tradición de la feria abarca todas las culturas del planeta y remonta hasta más allá de los tiempos bíblicos. Hoy en día con tanto hipermercado y centros comerciales en cada población, quizás hayamos olvidado que el propósito original de estos acontecimientos era sencillamente el intercambio de productos, de servicios, y especialmente del ganado.

Hacían falta bestias para trabajar la tierra, para impulsar los molinos, y para el transporte de las personas y sus enseres.

Pero como todo individuo emprendedor sabe, donde haya aglomeraciones de personas, el dinero fluye con facilidad y se hace irresistible el deseo de festejar un trato bien conseguido, unos días sin obligaciones laborales, o el volver a encontrarse con amigos y familiares de otros pueblos.

Entonces era inevitable que la tradición de la feria nos llegara a nuestros tiempos como una fiesta popular, llena de música, comida, bebida y buenos ratos con los amigos…un ambiente a pedir de boca para el flamenco más tradicional.

La feria de Sevilla es posiblemente la más famosa del mundo, pero con el paso del tiempo, en Andalucía entera, la feria del pueblo se ha convertido en cita obligada para los flamenquitos, desde el profesional más cotizado hasta el aficionado menos entendido, y la feria de Nuestra Señora de la Consolación de Utrera es una de las más concurridas, por su proximidad a Sevilla y por la riqueza de su tradición cantaora. Al pueblo de la Fernanda y la Bernarda, del Perrate, de la Serneta y de tantos otros consagrados y desconocidos, durante la primera semana de septiembre de cada año, acude gente de toda la región sabiendo que para los que sean capaces de aguantar varios días sin ver una cama ni una comida en condiciones, la recompensa puede valer la pena.

Debido a su delicada salud, la reina de la soleá no ha podido presentarse este año, pero durante décadas, Fernanda ha sido el mismísimo espíritu de la feria. Paseaba por las calles de albero rodeada siempre de admiradores que sabían que esta mujer era capaz de lanzarse a cantar o a bailar con la más mínima provocación.

En una ocasión, hará más de veinticinco años, recuerdo una madrugada de feria, en el rincón de una caseta practicamente vacía después de muchas horas de fiesta….Fernanda media dormida a mi lado, y un hombre apuesto, bien vestido, y ligeramente bebido, le pidió que le diera uno de sus zapatos para que pudiera beber champán de el.

Sin miramientos ni comentarios Fernanda se agachó, de su pie derecho se quitó un zapato rojo de tacón alto y se lo dió al hombre sin abrir los ojos siquiera… Así es Fernanda, y así la quiere el pueblo. Este año en la feria ha habido el buen ambiente de siempre, y tampoco han faltado las caras conocidas, notablemente las de la Bernarda de Utrera y su prima la Pepa de Utrera, además de Pepa de Benito, tres piezas clave del cante de Utrera. Hace un par de años que Tomás, el hijo cuarentón de Perrate, peluquero de profesión y cantaor aficionado de primerísima categoría, empieza a escucharse mucho por las fiestas y ferias de la comarca.

Se dice que está estudiando mucho y que puede llegar a honrar aún más el nombre de su familia. Esta semana estamos de feria en Morón, y hoy viernes, 14 de septiembre, a las diez y cinco minutos de la mañana, me ha despertado la voz en directo por bulerías del jerezano Luis el Zambo que estaba de churros y chocolate en el bar de en frente de mi casa.

Completaban el 'cuadro' el sembradísimo cantaor y bailaor antequerano el Marsellés, y el joven y polifacético Pepito Torres, nieto del Joselero de Morón, que se encargaba de la sonanta. ¿Acaso se puede pedir mejor despertar?

Fotos (de arriba a abajo): Portada: Andrés y Aurora Foto1: Marsellés y el Zambo Foto2: Pepa de Utrera Foto3: Pepa de Benito Foto4: Tomás de Perrate y Pepe Torres Foto5: Bernarda de Utrera y amigos Texto y fotos Estela Zatania


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