‘Trimilenaria’ – David Palomar.

Un cantaor redondo

JUAN VERGILLOS

El Palomar firma un gran disco de debut. Se nota que ha sido cocido a fuego lento porque, a pesar de que este cantaor gaditano lleva años dando que hablar desde las tablas, sobre todo como cantaor para el baile (desde Javier Latorre hasta Mercedes Ruiz hay un largo etcétera de compañías para las que ha trabajado), es ahora, con varios años de profesión, que se viste de largo para el estudio de grabación. Una obra con mayoría de estilos flamencos tradicionales, aunque no faltan las concesiones al flamenco pop menos comprometido. Estas se saldan rápidamente en forma de tangos y bulerías con arreglos y estribillos convencionales.

Producido y editado por DP-Dezza Producciones.

David Palomar (voz) Moraíto Chico, Santiago Lara, Keko Baldomero, Ricardo Rivera, Rafael Rodríguez (guitarras) Javier Katumba, Paquito González y Manuel Muñoz 'El Pájaro' (percusión) José Manuel Posada (Bajo) Anabel Rivera, Toñi Nogaredo, Marce y Rafa (coros) 'El Kukurucho', 'El arquitecto de la viña' y 'El Junco' (palmas) José Amosa (teclados) Mercedes Ruiz (baile)

Trimilenaria (tangos)

Francisca Méndez (bulería)

El Niño del Mentidero (alegrías)

Siguirilla

La calle Priego (bulería)

Santo Domingo (malagueña)

Miradas perdidas (tangos)

Fandango Palomar

Suerte de varas (Pregón)

Soleá

Taberna Casa Manteca (fiesta por bulerías)

Ficha disco, venta on-line, Real Audio

Más interesantes resultan los estilos clásicos, en donde demuestra sus buenas maneras festeras en bulerías, sobre todo en la fiesta sin guitarras que cierra la obra. También en las cantiñas, clásicas y refinadas al cien por cien. De los estilos graves destacan dos cortes: la malagueña, fina, estilizada y sutil. Y la soleá, con referencias a El Chozas de Jerez y Fernanda de Utrera. Para mí, es este último el corte más emocionante del disco, con una deliciosa guitarra de Rafael Rodríguez, que también secunda al cantaor en la malagueña, y una entrega y fe en lo que están haciendo absolutas por parte de ambos intérpretes. La obra se completa con seguiriyas, con la guitarra jerezana de Moraíto Chico, cantes ‘a capella’ (pregones y fandangos) de Macandé, el loco de los caramelos de Cádiz. Y fandangos propios: Palomar firma aquí una melodía con aromas clásicos por los giros melódicos sorprendentes y las dificultades técnicas de la misma.

Un excelente disco de debut, como decía, una obra que brilla en un mercado discográfico como el actual, especialmente exiguo, más aún en lo que se refiere al cante. La obra refleja fielmente el excelente timbre vocal de nuestro cantaor, uno de los más coloridos del panorama actual, su sentido del ritmo y su conocimientos de los estilos. Tan solo una pega, además de la señalada respecto a las canciones por tangos y bulerías: las letras. Al Palomar poeta parece que lo único que le inspira es el flamenco de Cádiz, su historia, sus figuras. Quizá la búsqueda de una temática más universal, sentimientos más asimilables en todas las latitudes, daría a su mensaje más vigor. Con todo, es loable el intento de crear y avanzar nuevas propuestas también en este campo de la lírica flamenca.


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