'Gloria bendita' Luis Fernández 'El Zambo'

Estela Zatania

'Gloria Bendita' es el título del trabajo más reciente de Luis Fernández Soto 'El Zambo'. El árbol genealógico de Luis y sus hermanos también cantaores, Joaquín y Enrique, prácticamente abarca todas las grandes figuras de la historia del cante flamenco jerezano, desde Paco la Luz, El Gloria y La Pompi, Tío Juanichi, Frijones, El Serna, la Periñaca, los Parrilla, Terremoto o Sordera, hasta la actual generación de José Mercé, Fernando Terremoto o Enrique, Vicente y José Soto de los Sorderas.

 

En una entrevista reciente el jerezano Gerardo Núñez defendía
su toque vanguardista diciendo “Si sólo eres feliz tocándole
a El Zambo por bulerías, te tienes que ir a Jerez y de allí
no salgas”
, un cumplido enrevesado y no intencionado que sirve
para indicar el grado de autenticidad de Luis el Zambo y el respeto del
que goza en su tierra.

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Guitarra: Moraíto chico, Manuel Parrilla, Diego del Morao
[Palo Nuevo, Muxxic – 2002]

Es un hombre que lleva toda la vida cantando pero que no dio el salto
a profesional hasta cumplir la cincuentena, después de cuatro décadas
despachando acedías, chocos y boquerones a las marujillas del flamenquísimo
barrio de Santiago. La pescadería El Zambo sigue abierta en su
ubicación original a pocos metros del busto erigido por los santiagueros
al legendario cantaor, ídolo de Luis el Zambo, Terremoto. Si quisiéramos
encontrar el epicentro geográfico del flamenco, esta plazoleta
jerezana no sería mal sitio para empezar la búsqueda.

Si quisiéramos encontrar el epicentro
geográfico del flamenco, esta plazoleta jerezana no sería
mal sitio para empezar la búsqueda

A partir del CD “Cayos Reales, Juncales de Jerez” grabado en
1998 en el que participó, Luis el Zambo empezó a suscitar
el interés de los aficionados fuera de su Jerez natal. Hace un
par de años en Utrera (Sevilla), aquel otro hervidero de cante,
Luis causó auténtico furor en la feria de la Consolación
cuando todos querían escuchar al 'foráneo' que tan ricamente
despachaba los cantes más queridos de esta tierra: bulerías
y soleá. Pronto seguía otro CD “Al compás de
los Zambos” donde intervienen los hermanos y otros miembros de la
familia en un trabajito chorreando sabor y compás. Recitales en
peñas, actuaciones en teatros, televisión, participación
en prestigiosos festivales… Hoy en día Luis Fernández
Soto 'El Zambo' ocupa su merecido sitio entre la primera línea
de las figuras actuales, un lugar que consolida inequívocamente
con esta primera grabación en solitario.

A menudo se comenta que El Zambo ha conservado la pureza del cante debido
a su profesionalización tardía. Es una observación
ampliamente confirmada en “Gloria Bendita” donde la ausencia
de cualquier concesión por parte del cantaor a la comercialidad,
y su voz que ejecuta versos clásicos envolviendo al oyente con
absoluta naturalidad, no puede tener más eco flamenco sin la menor
necesidad de recurrir al rajo fingido.

Jerez entra en casa por la puerta principal,

pasa al salón y aparta los muebles para hacer hueco.

La espina dorsal de la grabación, como no pudo ser menos, son
las bulerías, tres en total. Las dos primeras, en el más
clásico estilo jerezano, con letras cortas, directas y sin artificios,
y compás al por mayor. El toque de Moraíto (respaldado por
su hijo Diego del Morao y Manuel Parrilla) es de lo más sabio y
sabroso que hay hoy en día en el flamenco. Este guitarrista de
la dinastía de los Morao ha hecho sus pinitos en solitario pero
jamás defrauda a la hora de acompañar. Poco antes de su
muerte en 2002 el mítico tocaor granadino Juan Maya 'Marote' nombró
a Moraíto como el número uno de su profesión “porque
siempre está al pie del cañón y ha modernizado el
toque sin perder de vista sus raíces”. La tercera bulería
viene marcada como “bonus track” y es bulerías por fiesta,
a palo seco, de pura improvisación, una delicia de sabor a lo auténtico,
a lo natural, y como comenta Luis, un recuerdo de aquellas fiestas “sin
vino ni na'” que tuvieron lugar a diario en los cortijos de la campiña
lebrijana-jerezana en los años cincuenta y sesenta. En su entrevista
cuenta el Zambo como aquella bulería se armó espontáneamente
a las cuatro de la mañana cuando con Moraíto y los demás
artistas abandonaba la bodega donde habían estado intentando grabar
una siguiriya que no se cuajaba. Difícilmente se encuentra nada
grabado comercialmente que exhibe tanto aire y espontaneidad – Jerez entra
en casa por la puerta principal, pasa al salón y aparta los muebles
para hacer hueco.

En los cantes libres y no gitanos, Luis el Zambo acierta algo menos.
Nos guste o no, son dos ramas de cante bien diferenciadas, cada una requiriendo
una sensibilidad determinada, y pocos cantaores, por no decir ninguno,
abarcan ambas con igual soltura. El Zambo se defiende bien por fandangos,
y sus malagueñas de Chacón y del Mellizo son dignas sin
llegar a excepcionales. El discreto taranto pasa sin pena ni gloria.

La guitarra de Moraíto endiabladamente
sabia
y respetuosa a la vez que original como él solito

Sin embargo, no son nada desdeñables los demás cantes de esta grabación.
Por soleá, a paso ligerito, con la guitarra de Moraíto endiabladamente
sabia y respetuosa a la vez que original como él solito. Por siguiriyas
la voz redonda de Luis, con ese medio hablar medio cantar tan sincero
y directo, logra emocionar sin necesidad del socorrido grito pelao…queremos
creer que así nació el cante en las primeras voces de los albores del
flamenco. Estilos de Tío José de Paula y Juanichi el Manijero como herencias
familiares. En el martinete “de la cava de Triana” como grita uno, tenemos
la oportunidad de revolcarnos en la rica textura de la voz noble del cantaor
a pesar de cierto abuso del eco (digital o natural, tanto da). La soleá
por buleria, otra tradición familiar heredada de su tío Sordera, sin grandes
alardes y con el corazón por delante.

Muchos tesoros flamencos tiene Jerez, y esta grabación con su
espléndida y lujosa presentación que caracteriza las producciones
de Palo Nuevo, deja claro que Luis el Zambo es uno de ellos.


Foto: Estela Zatania

Entrevista
con Luis el Zambo – Marzo 2003


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