EL AGUJETAS '24 Quilates' Cante: Manuel de los Santos 'Agujetas' Guitarra: Enrique de Melchor

Estela Zatania

Si algo hace la música, cualquier tipo de música, es crear paisajes mentales. Ciertas combinaciones de vibraciones mueven el aire de tal manera que estamos transportados a lugares imaginados y desconocidos que todos conocemos. El país musical de Manuel 'Agujetas' es un lugar terrible y austero. Escuchamos su voz desgarradora con la misma trepidación que vemos una película de terror de la cual no podemos apartar los ojos, porque la atracción de lo temible es un curioso instinto universal. 'Soníos negros' los llaman algunos.

Manuel de los Santos Pastor nació en Rota, Jerez o Mesas de Asta entre el 1939 y el 1945 – en el lujoso e informativo librito que acompaña la grabación “24 Quilates” de la discográfica Palo Nuevo, el cantaor se jacta de tener “menos papeles que un conejo de campo”. Tanto en su vida personal como en su cante hace gala de la rebeldía y lleva su libertad como el general sus galones.

El cantaor tiene fama de carácter difícil, y esa misma intransigencia se plasma en una manera de decir los cantes que es seria, directa y sobria, sin concesiones ni histrionismo. Cualquier término que sea lo contrario de frívolo, describe con precisión el cante de Agujetas. La grabación, dedicada a “Juan Carlos de Borbón, Rey de España, y mi amigo Yayo”, consiste en 3 martinetes, 4 soleares, 4 bulerías por soleá, 4 siguiriyas y 2 fandangos. Un maratoniano paseo por el sota, caballo y rey del cante gitano. Pero la apariencia de abundancia engaña, porque en algunos cantes no hay más de dos versos cortitos, y esto llega a ser el mayor fallo de un disco, por lo demás, sumamente interesante sin ser lo mejor que ha grabado este cantaor. Un solo verso de martinete quizás sea suficientemente redondo para representar “un cante”. Un fandango, todavía. Pero la siguiriya y la soleá son cantes que necesitan desenvolverse, paso por paso, y parte de la misión del cantaor es lograr una sabia combinación de estilos, hecha con buen gusto. Un verso corto y llano para ubicarse, algo más sustancioso para entrar en calores, y algún estilo valiente para rematar… es la esencia del ciclo vital de los cantes nobles.

Desde el primer 'ay' del martinete que valientemente abre el disco, es inevitable sentirse transportado en el tiempo y en el espacio al 'planeta Agujetas'. Jondo, puro, recio, duende primitivo… son las palabras que empleamos para describir un tipo de cante flamenco que todo aficionado sueña con encontrar. Nadie sabe cómo sonaban aquellas primeras voces de los albores del cante, pero al escuchar a Manuel Agujetas llega una sensación de estar conectando con algo perdido en el tiempo. Aurelio de Cádiz declaraba que don Antonio Chacón, el de la voz dulzona, cantaba “mil millones de veces mejor que Manuel Torre”, pero que éste “tenía un grito pelao que llegaba al alma de cualquiera”. Manuel Agujetas posee ese grito, trasmitido desde su padre, Agujetas el Viejo, y su cante es el eco más fiel que nos queda del mítico jerezano.

Agujetas hace de la siguiriya una obra muy personal, a la vez que recurre a los estilos clásicos del Marrurro, Tío José de Paula, Paco la Luz… Sus fandangos, sabiendo a Torre, son dignos pero no excepcionales. Por soleá es instintivo y anárquico, si algo limitado, y canta estilos reconocibles pero curiosamente transformados. Indiscutiblemente el plato fuerte de Agujetas, donde es dueño y señor, es en las tonás. Se vuelca en estos cantes a tal extremo que uno casi se pregunta si no debía de ser obligatoria la presencia de un equipo médico para estos casos. Sus tercios peleados nos saben a primitivos, pero no hay que confundir el primitivismo con el descuido técnico, porque Manuel es maestro del arte de 'sonar primitivo', y lleva esa baza jerezana de la desafinación controlada a niveles sublimes.

Hubiera sido una grabación de más fácil digestión de haberse incluido una mayor diversidad de cantes. Al contrario de lo que piensan muchos aficionados, Agujetas se defiende bien por alegrías, bulerías y tarantos, sin mencionar los antiguos corridos conservados por su familia. No obstante es una obra imprescindible para los amantes del cante tradicional, y el libro que acompaña el CD contiene interesantes datos biográficos, fotos, una entrevista con el cantaor y las letras de todos los cantes.

Hoy en día los jóvenes fusioneros insisten con su pregunta: “¿Porqué tenemos que valorar tanto los cantaores de antes?” Con su cante Agujetas parece responder: “Porque el pasado lo es todo, y está en mí si queréis conocerlo”.


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