Las Migas

Texto: Silvia Cruz Lapeña
Foto portada y exteriores: Jordi Cané
Fotos concierto: Rafael Manjavacas

Una voz cavernosa para un disco que brilla

Una voz cavernosa para un disco que brilla

El flamenco no se disimula, incluso cuando el que canta pronuncia cada letra, no tiene acento de Cádiz o tiene demasiados estudios de música para el gusto de los muy cabales. Al flamenco, a la flamenca, se la va el deje, el requiebro y se le nota la jondura a un kilómetro de distancia. Y eso les pasa a Las Migas, que en este segundo trabajo, “Nosotras somos” han hecho un acto de autoafirmación y han clavado el tacón en el tablao para decir “Esto es lo que sabemos hacer”.

Y lo que saben hacer es flamenco.  Las guitarras de Isabelle Laudenbach y Marta Robles, el violín de Lisa Bause y la voz de Alba Carmona han tirado por derecho y se han marcado un disco que lo mismo te arranca a bailar que te saca el corazón de cuajo y te rompe en llanto. Me cuentan que no se sienten pioneras de nada, que no quieren serlo y sus palabras adquieren sentido cuando escucho los temas de este disco: “un trabajo que hemos hecho sin prejuicios”, confiesan. Y se les nota.

Al margen de debates sobre la pureza

Estas cuatro mujeres que componen Las Migas son jóvenes y a mi me interesa qué opinan ellas sobre la pureza del flamenco. Dudo sobre si preguntarles sobre ello cuando oigo la voz de cueva que tiene Alba, una voz que sale de lo hondo de unas tripas a las que su juventud no hace más que resaltar su tono seco, duro, áspero, que tan bien le queda para cantar “Zambra” o para pronunciar unos versos que parten en dos en el tema “Con toda palabra”:

Me entrego a tus brazos con miedo y con calma
Y un ruego en la boca y un ruego en el alma…

Como ya esperaba, no quieren ni oír hablar de la supuesta pureza del flamenco. Marta se moja y me cuenta que ella es de la opinión que cada uno haga lo que le dé la gana… siempre que sea con buen gusto. “Quizás el problema pueda estar en que a veces se mezclan cosas con muy poca elegancia y eso puede disgustar a las personas que sí cuidan la música”, expone sin tapujos pero reconociendo que el debate sobre la cuestión le queda lejos.

 

El poder de la música popular

Estas cuatro mujeres han conseguido superar la pérdida de Silvia Pérez Cruz. Y digo pérdida con toda la intención, porque a mi entender Alba no sustituye a Silvia, Alba suma otra cosa, aporta otro matiz, quizás un pellizco más doloroso. Estas cuatro mujeres se refugian en Ramón Montoya, Sabicas,  Manolo Caracol, Valderrama, Marchena y La Niña de los peines. De sus referente más actuales dicen sentirse cerca de Kiko Veneno, Ketama o Rafael Cañizares y como pueden ustedes ver, ni siquiera ellos “son ya tan modernos”, como ellas mismas reconocen entre risas.

En este disco suenan ecos balcánicos, letrillas populares andaluzas e incluso en algún instante parece que la voz de Alba vaya a “editpiafarse”, que no es otra cosa que convertirse en puro arrabal parisino con ecos de Buenos Aires. “La música popular tiene sencillez, pureza, simplicidad y lo dice todo en una frase. Tiene emoción por encima de cualquier floritura o virtuosismo ”, me explican Las Migas que se han dejado el alma en este trabajo y se plantean los directos como una mezcla de llanto y risa, dejando muy claro que a veces, no son cosas tan distintas.
 
Dicen que ni siquiera pensaban en si les saldría flamenco. ¡Pues anda que si se lo piensan!

Este disco es una mezcla de gran voz, conocimientos, sencillez y un productor con buen gusto. Raúl Rodríguez, ¡qué ojo tiene, maestro!

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